La hija de Encarna García se fue de casa cuando tenía 9
años. Tan solo dejó una nota con un mensaje: «Papá, mamá, os quiero
mucho, pero me voy porque no tengo amigos en el cole», rezaba aquel
pequeño papel de color rosa. «Se fue en dirección a una zona de Gijón
donde hay un abismo que va a dar al mar. Mi vida cambió a raíz de
aquello y la de ella también», reconoce la presidenta de la Asociación
contra el Acoso Escolar (Acae).
- ¿Cómo está ahora su hija?
- Conseguimos que tirase para adelante. Ahora tiene 20
años, pero creo que le han quedado secuelas. Por eso, la ayuda de los
padres es vital para detectar el problema pronto y ponerle remedio. Sin
necesidad de ejercer un control férreo, hay que estar siempre pendientes
de cómo están, de su estado de ánimo, como cuando están malos y les
tomamos la fiebre.
- Hace unos días se conoció el caso de unos padres
vizcaínos que han decidido denunciar a un centro concertado por las
graves secuelas que ha sufrido su hijo.
- La familia se puso en contacto con nosotros y la
hemos asesorado. Yo espero que quienes han permitido que ese chiquillo
llegue al estado en el que está no queden impunes.
- ¿Atienden muchos casos del País Vasco?
- Nuestra asociación está radicada en Asturias, pero es
de ámbito estatal. Este año hemos recibido 1.116 llamadas y correos
electrónicos con peticiones de ayuda o información del País Vasco. A
raíz de la publicación del último caso, nos ha llamado mucha gente. En
estos momentos puede haber 150 casos en el País Vasco sin resolver.
Algunos muy graves y cronificados en el tiempo.
- ¿Han notado incremento?
- Sí, se ha notado sobre todo en colegios concertados. En
estos centros los padres no suelen tener acceso al registro del colegio
para hacer una denuncia, como se hace en la pública. Es mucho más
difícil llegar al problema y que te atiendan. Suelen negarlo siempre.
- ¿Y por qué esa actitud?
- Por mantener el buen nombre del colegio. El acoso en
las aulas es un tema todavía tabú, al que les cuesta mucho enfrentarse y
que no saben resolver. Mientras no haya buenos profesionales preparados
difícilmente podrá ser atajado.
- ¿Qué es lo que falla? ¿La detección del problema, el tratamiento...?
- Falla todo. Salvo contadísimas excepciones, desde el
momento que los padres notan que el chiquillo no está bien, llaman al
colegio y todo es rasgarse las vestiduras. Los docentes no están
preparados para afrontar el acoso escolar.
- El País Vasco, a raíz del caso de Jokin, el niño que se
suicidó en Hondarribia, fue pionero en poner en marcha un protocolo de
actuación.
- No, no... Lo que ocurrió fue un hecho terrible que
provocó en su momento una reacción por parte de las autoridades para
acabar con cualquier caso de acoso; pero poco tiempo después aquello se
desinfló, se ha ido diluyendo ese interés mientras los casos iban 'in
crescendo'. Y muchos están tapados por miedo de los padres a ir al
colegio y denunciar el problema de sus hijos.
Dar crédito a los padres
- A su juicio, ¿qué debería hacer la consejería de Educación?
- Ponerse las pilas, controlar a los equipos de
orientación y reciclar a los inspectores. Es muy fácil: en el momento en
que unos padres acuden preocupados, darles crédito e investigar. Si se
confirma, ayudar a la víctima e investigar también qué está pasando con
el abusador.
- En el caso del colegio vizcaíno se optó por sacar a la víctima del centro, algo que según los expertos jamás debe suceder.
- Exactamente, se supone que en el siglo XXI lo que
habría que hacer es ayudar a la víctima, castigar a los culpables y, si
es necesario, aplicar el reglamento de régimen interior, que contempla
la expulsión, aunque es verdad que eso es trasladar el problema a otro
sitio. Y cuando hay un núcleo de acosadores, dispersarlos a distintos
centros, hacerles seguimiento y solucionar sus problemas.
- ¿Sería partidaria de intervenir en la familia del acosador?
- Rotundamente, sí. Los niños abusadores suelen tener en
casa problemas gravísimos. El Departamento de Asuntos Sociales también
debería investigar para ver qué está pasando en sus familias.
- ¿A qué señales debemos estar atentos los padres?
- A un cambio de humor, a extraños dolores de cabeza o de
tripa que empiezan el domingo por la noche, a ese miedo después de las
vacaciones a volver al cole, cuando generalmente los niños regresan
contentos...
- ¿Y qué tenemos que hacer?
- Lo primero, hablar con nuestros hijos y estar atentos a
su estado de ánimo cuando llegan del colegio. Después, ir al centro y
trasladar el caso por escrito, a través del registro. Si tienen dudas,
que llamen a la asociación porque a veces no es un tema de acoso, sino
una consecuencia del crecimiento o cualquier otro problema.
- ¿Es más complicado atajar el ciberacoso?
- Sí, muchísimo más. Es un tipo de acoso más sutil, menos
perceptible, que hace al niño engancharse al ordenador para comprobar
si se meten con él. Salir de ahí cuesta muchísimo, como también supone
un terrible esfuerzo acabar con todos los mensajes insultantes que
quedan en las redes sociales. (FUENTE: EL CORREO.com)
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