Oficialmente es profesor de criminología en el John Jay College de Nueva York. Pero David Kennedy,
con su aspecto de predicador con aires de «cowboy», es en realidad un
terapeuta del mal, especializado en escudriñar la humanidad oculta bajo
la mirada fría de un delincuente. Su técnica es ponerles contra las
cuerdas del daño causado. Su objetivo: reducir la violencia de las
bandas organizadas. Sin romanticismos. «Cuando la gente saquea una tienda, están saqueando una tienda. No es una declaración política. Es saquear una tienda».
El
Gobierno británico ha situado a las bandas criminales como enemigo
público número uno tras los disturbios desatados este verano. Según
datos publicados esta semana, la Policía británica ha detenido ya a más
de 3.000 personas por su presunta participación. Y ha contactado con Kennedy para que le ayude en su estrategia.
La ministra del Interior ha financiado un estudio que concluye que sus
heterodoxos métodos podrían funcionar en Manchester, aunque la Policía
local todavía no se atreve.
El
primer paso en el camino a la salvación, según Kennedy, es estudiar
durante meses las fichas y los perfiles de los miembros de las bandas
locales. Tantear su comportamiento mediante palos —19
años de prisión federal por posesión de una bala— y zanahorias —ayudas a
la vivienda o al empleo—. Y enviarles la carta: «Ha sido usted
identificado como un miembro de una banda criminal...». Misiva firmada
por un jefe policial. Es «la llamada». El gánster que ha superado el
«casting» policial y psicosocial previo es invitado a un encuentro con
miembros de su comunidad que han padecido su violencia. Confrontado a
sus propias víctimas en un lugar elegido con mimo, en una ceremonia de
desnudo moral planeada con minuciosidad.
Una
vez, en Cincinnati, según cuenta en un libro publicado esta semana
(«Don´t shoot» —«No dispare»—), un delincuente reincidente entró en la
sala de juicios empujando a una mujer en silla de ruedas. Paralizada de
cintura para abajo por un disparo del acusado, 17 años atrás. La mujer lloró.
El delincuente también. Y lo mismo hizo el resto de la sala cuando la
mujer enseñó la bolsita en la que orinaba. Kennedy desarrolló el método
de «la llamada» en 1996 en Boston. Desde entonces, se ha aplicado con
resultados sorprendentes en más de 70 ciudades de EE.UU.
Según
datos oficiales del Gobierno británico, el 13 % —el 19% en Londres— de
los más de 1.800 procesados por los disturbios de agosto son miembros de
una banda. Muchos creen, sin embargo, que David Cameron ha inflado el
papel y la amenaza que supone en realidad lo que definió como «cultura
de la violencia». Pero ha contratado a un superpolicía de Los Ángeles y
Nueva York, William J. Bratton, y a este peculiar «cazapandilleros» para
desmantelarla. (FUENTE ABC.es)
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