domingo, 31 de marzo de 2013

Peritos judiciales investigarán las muertes de los tres vizcaínos por inhalación de CO2.

La investigación abierta por el juzgado de Carrión de los Condes para esclarecer las causas del fallecimiento de tres vecinos de Trapagaran arrancará la próxima semana. Los peritos acudirán al chalé ubicado en la urbanización Mirador de la Vega de la localidad palentina en la que, el martes pasado, murieron al inhalar monóxido de carbono Jesús Fernández, ertzaina de 55 años retirado desde hacía diez por problemas de corazón; su esposa, Yolanda Nieto, también de 55, y el padre de esta, Vicente Nieto, de 83. En el salón de la vivienda también apareció sin vida el pastor alemán de la familia.
La autopsia realizada a las víctimas ha confirmado lo que se sospechaba desde un primer momento. Que la muerte se produjo por intoxicación de CO. El objetivo ahora es esclarecer si la causa del envenenamiento fue la mala combustión de la caldera de gas o de alguna de las dos chimeneas de leña que tiene la casa. Los cadáveres fueron hallados por unos amigos y vecinos de la misma urbanización en el salón, donde hay está ubicada una de las chimeneas.
El funeral, mañana
El funeral por Vicente, Jesús y Yolanda tendrá lugar mañana martes, a las siete de la tarde, en la parroquia de la Transfiguración del Señor de Trapagaran. Las exequias se han tenido que posponer hasta entonces debido a la celebración de la Semana Santa. Sus restos mortales eran velados ayer en el tanatorio Bizkaia de Barakaldo. (FUENTE: EL CORREO).

sábado, 30 de marzo de 2013

Solicitud de un año de cárcel para quien compró bicicleta sabiendo que era robada.

 
La Fiscalía de Gipuzkoa pide un año de cárcel para un hombre al que acusa de comprar, por un valor inferior a su precio real, una bicicleta robada, a sabiendas de la procedencia ilícita del vehículo.
Según el escrito de acusación provisional del Ministerio Público, al que hoy ha tenido acceso Efe, la bici, valorada en 1.800 euros, fue robada la madrugada del 17 de febrero de 2012 de una tienda de Azpeitia a la que los ladrones entraron tras romper el cristal de la puerta de acceso al establecimiento.
Unas horas después, la mañana del mismo día, el acusado presuntamente compró a uno de los delincuentes la bicicleta robada, por la que abonó un precio de 700 euros, a pesar de que "en todo momento tuvo conocimiento de su origen ilícito, pues era nueva" y el dinero que pagó por ella era "notablemente inferior".
La Fiscalía considera que estos hechos son constitutivos de un delito de receptación, por el que pide un año de prisión para el procesado. (FUENTE: EL MUNDO).

viernes, 29 de marzo de 2013

Enrique IV: Así se reconstruye una cara a partir de una calavera.

Una cabeza momificada comprada por tres francos y conservada en una caja de madera durante casi todo el siglo XX ha permitido la reconstrucción y digitalización del cráneo del primer Borbón rey de Francia, que también lo fue de la Baja Navarra. El resultado es de tan nítida apariencia que parece una fotografía actual de gran resolución. Sin embargo, detrás de esta imagen hay un complejo proceso de reconstrucción y análisis, incluso genéticos, para determinar tanto los detalles del rostro como el propietario de la cabeza, lo que ya ha generado algunos detractores.
Así se reconstruye una cara a partir de una calavera

Imagen final de la reconstrucción del rostro de Enrique IV de Francia y III de Navarra.
La cabeza se atribuía al rey francés Enrique IV y así lo confirmó una investigación internacional en la que participó el CSIC tras comparar material genético de la cabeza con una muestra de sangre del decapitado rey Luis XVI. Esto es fácil si se tiene una muestra de sangre, pero la ejecución de Luis XVI tuvo lugar en 1793. Cosas de la historia o de la casualidad, un testigo de la muerte del monarca galo guardó un pañuelo con la sangre de éste en el interior de una calabaza y lo hizo escribir en la decoración exterior de la misma.
El ADN de la sangre del pañuelo y el de la cabeza momificada «pertenecen a la misma línea de descendencia paterna y mantienen una distancia de siete generaciones», señaló el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). El análisis sirvió además para confirmar la autenticidad de las dos reliquias. Según el estudio, la genética de ambos monarcas contiene un cromosoma muy raro en las poblaciones actuales y todos los miembros varones de la Casa Borbón, incluidos Juan Carlos I y el Príncipe Felipe, deberían tener el mismo, según explica el CSIC.
Reconstrucción detallada
Una vez que la cabeza tenía nombre y apellidos quedaba el minucioso proceso de reconstrucción facial. Los primeros trabajos para precisar el rostro del primer Borbón rey de Francia, asesinado en una callejuela de París en mayo de 1610, fueron realizados por el equipo de investigación de la Universidad Médica de la capital francesa. Después, el experto Phillipe Froesch, desde su estudio de Barcelona, reconstruyó la cara con la ayuda de 700 imágenes en blanco y negro de la calavera. Sin olvidar el detalle de que apenas le quedaban dientes cuando murió con 56 años a manos de un fundamentalista católico.
Así se reconstruye una cara a partir de una calavera

Fases de la reconstrucción de la cara de Enrique IV.
Tras definir el tono de la piel, el color de los ojos, el cabello y las arrugas se asignaron otros detalles como las cejas, la pilosidad facial o el sombreado para dar una apariencia natural, teniendo en cuenta el deterioro de los últimos meses de su vida, todo, según los informes científicos forenses. El resultado se acerca bastante a la iconografía conocida de Enrique IV, pero con la calidad de una imagen de alta resolución.
Para calcular el tamaño de la nariz el experto utilizó técnicas que usa la unidad antiterrorista del FBI. Froesch admitió que el rey parecía mayor de 56 años, edad a la que murió. Entendible si se tienen en cuenta los "excesos y la lamentable higiene". Enrique IV fue descrito como la "encarnación de la identidad nacional francesa", famoso por ser un amante incansable -quien llegó a declarar que "hasta los 40 pensé que era un hueso"- y de él se decía que apestaba a ajo, pies y sudor.
El rey sin cabeza
El cadáver de Enrique VI, tras su muerte y momificación en 1610, fue enterrado en la basílica de Saint-Denis, junto al de otros monarcas franceses. Sin embargo, en 1793, durante la Revolución francesa, los cuerpos fueron extraídos de sus tumbas y enterrados en una fosa común fuera del edificio. No corrió la misma suerte la momia de Enrique IV que estuvo expuesta durante varios días al público y sufrió todo tipo de mutilaciones, entre ellas la de la cabeza.
En 1817 devolvieron a su lugar original los cadáveres, pero a tres les faltaban sus respectivas cabezas, entre ellos el de Enrique IV. El cráneo estuvo en paradero desconocido durante más de un siglo, hasta que en 1919 un anticuario lo compró por 3 francos en una subasta. No consiguió su venta a pesar de que pregonaba su procedencia real y, a su muerte, la hermana del anticuario custodió la reliquia hasta que se la vendió en 1955 por 5.000 francos a un particular que la mantuvo oculta en su casa durante 55 años. La presión de unos periodistas hizo que en 2010 el jubilado confesara que poseía la cabeza y que la cediera para la posterior investigación científica que demostró que el cráneo era el de Enrique IV. Ante la evidencia, el jubilado pidió que la cabeza fuera entregada a Luis Alfonso de Borbón Martínez-Bordiú, descendiente directo y jefe de la casa borbónica, además de pretendiente al trono francés como Luis XX.
Luis Alfonso, primo segundo del Príncipe Felipe, posee la custodia de la cabeza momificada -que la considera "un patrimonio familiar pero sobre todo patrimonio nacional" francés-, para la que ya ha solicitado que sea enterrada en la necrópolis de la basílica de Saint-Denis, como el resto de reyes franceses, "en las condiciones más dignas posibles". Además, considera que "sería la ocasión de restituir los demás restos" de su antepasado que están dispersos en museos, como el pulgar de la mano izquierda, que está en el museo Pontoise, y otras partes que están en posesión de coleccionistas privados y en el osario de la cripta de Saint-Denis. (FUENTE: EL CORREO).

martes, 26 de marzo de 2013

Inconvenientes de tener escoltas uniformados para una víctima de violencia de género.

María no empezó a temer de verdad por su vida hasta que una noche, al salir del bar en el que trabajaba, encontró varios folios pegados en el contenedor en el que todos los días depositaba las bolsas de basura: «Eres una hija de puta. No mereces vivir. Zorra». 

Desde que decidió romper con Iván, María ya había recibido muchas señales a las que, sin embargo, no dio la «importancia que tenían». Tal vez, porque pensaba que el joven vizcaíno con el que había convivido casi dos años acabaría por aceptar que su relación había terminado. Su particular «infierno» empezó con fotos rotas en el portal, llamadas intempestivas y, lo peor de todo, por la sensación de sentirse «permanentemente acosada». Iván conocía al dedillo sus rutinas y le esperaba siempre en las mismas esquinas al salir de casa, del trabajo. Día tras día, se dedicaba a seguirla mientras le lanzaba todo tipo de insultos.

Tras varios meses confiando en que el tiempo enfriaría las cosas, María (algunos datos personales están cambiados por motivos de seguridad) se decidió a denunciar por «acoso» a su expareja. La Justicia condenó a Iván en primera instancia y le puso una orden de alejamiento. Al mismo tiempo establecieron unas medidas de protección para esta joven andaluza, que llegó con su hija a Bilbao hace siete años con un contrato de trabajo bajo el brazo. Básicamente, las medidas seguridad consistían en que «un coche patrulla de la Ertzaintza con agentes uniformados le escoltaban cuando iba y volvía del trabajo».

Lejos de solucionar sus problemas, esta joven de 37 años asegura que las medidas de protección acabaron volviéndose contra ella. Para empezar, no evitaron que Iván siguiese acosándola. Simplemente tuvo que modificar sus rutinas. «Cuando veía el coche patrulla no venía. Pero en cuanto desaparecían los agentes volvía a las andadas. Le he denunciado más de 20 veces. Y llamaba a la Policía, pero cuando venían ya no estaba», relata.
 
Grupo de Acompañamientos

Esta joven andaluza se muestra preocupada por la decisión del Departamento Vasco de Seguridad de suprimir la Unidad de Acompañamientos de la Ertzaintza para que estas labores sean realizadas desde las comisarías. Este grupo especializado está compuesto por casi un centenar de escoltas que, con el final de la violencia de ETA, empezaron a proteger a las víctimas de la violencia de género haciendo contravigilancias. Siempre de incógnito.

María está convencida de que si le hubiesen asignado a ella una escolta especializada, que vistiese de paisano, la Ertzaintza habría detenido a Iván por quebrantar la orden de alejamiento «decenas de veces». Ese detalle -insiste- le habría ahorrado a ella «cuatro años de infierno» y a la Policía le habría permitido destinar pronto la protección a otras mujeres porque «no habrían tardado en detenerle».

Llevar unos escoltas de uniforme siempre detrás también le ha hecho sentirse «señalada», ha hecho mella en sus relaciones personales y le ha terminado por costar su puesto de trabajo. «Cada vez que le denunciaba tenía que perder varios días entre declaraciones, vistas... Y mientras yo volvía corriendo a casa para que los vecinos no viesen la patrulla, él anda tan tranquilo por la calle», relata. A María le retiraron la escolta a finales de 2012 después de perder un juicio por acosar a su hija «porque no tenía testigos». Hace tiempo que no ve a Iván. Pero no se siente segura. «No salgo casi de casa. Y nunca de noche. No me ha matado. Pero emocionalmente me ha destrozado», confiesa. (FUENTE: EL CORREO).

miércoles, 13 de marzo de 2013

Cuatro jóvenes denuncian que les drogaron para robarles.

La mañana del pasado viernes, Aitor se despertó tirado en el banco de un parque de Gasteiz. Estaba mareado, desorientado y solo. No sabía cómo había llegado hasta ese lugar ni dónde estaban sus tres amigos. No recordaba nada. Tampoco encontraba su teléfono, y su dinero había desaparecido. La última imagen mental que tiene de sí mismo y de sus compañeros les situaba en un bar de la parte vieja de Gasteiz. A partir de ahí todo está en blanco.

Aitor, Álvaro, Gabriel y Zugatz son cuatro universitarios vizcainos que el pasado jueves, 7 de marzo, decidieron ir a la capital alavesa para disfrutar de una noche de fiesta, los conocidos jueves universitarios de gran concurrencia en ciudades como Bilbao o Gasteiz. Sin embargo, la noche no acabó como ellos esperaban. Según denuncian estos jóvenes, de entre 18 y 19 años, alguien introdujo algún tipo de sustancia estupefaciente en sus bebidas para después robarles. Y es que, al igual que Aitor, entre las siete y las ocho de la mañana del viernes, sus tres amigos fueron despertándose en diferentes puntos del casco antiguo de la ciudad después de varias horas inconscientes. De hecho, él mismo tuvo que reanimar a uno de sus amigos aún semiinconsciente cuando lo encontró. A todos les faltaban las carteras, el dinero y los móviles.

Los cuatro compartían los mismos síntomas: mareos, desorientación, náuseas y una gran laguna mental de en torno a tres horas. "Estábamos de fiesta, pero no habíamos bebido tanto como para estar tan mal. Además, no es normal que ninguno recordemos nada desde que salimos del bar, y que después nos despertáramos cada uno en un sitio y todos sin dinero y sin móviles", argumenta Aitor.

Los hechos comenzaron a eso de las dos de la madrugada del viernes. Después de haber estado en la Plaza del Hospital de la capital alavesa, los cuatro jóvenes se dirigieron hacia la calle Nueva Fuera donde se ubica una conocida chupitería. Aitor relata que mientras estaban en el local pidieron unos chupitos y los dejaron sobre la barra mientras hablaban y bailaban; momento en el que alguien pudo aprovechar para envenenar sus copas. El joven no se percató de que hubiera nadie "sospechoso" merodeando por la barra, se lamenta. "No sabemos quién pudo ser, pero estamos seguros de que fue ahí", sostiene Aitor. No en vano, la pérdida de memoria de estos jóvenes comenzó una vez que abandonaron el establecimiento, a las 4.00 horas. "Estamos convencidos de que fue en la chupitería donde nos echaron algo en la bebida porque estábamos bien y nos acordamos de todo lo que pasó, pero cuando salimos del bar empezamos a sentirnos muy cansados, agotados. A partir de ahí, ninguno recordamos nada", asegura.

Mal despertar Al despertar en esas condiciones, sin sus pertenencias y cada uno en una calle cayeron en la cuenta de lo que les había pasado. "Nos han robado el dinero y los móviles, pero podía haber sido peor. Nos podían haber hecho cualquier cosa y no nos ha pasado nada", mantiene. Cuando se sintieron con fuerzas, se dirigieron a la comisaría de la Policía vasca en Gasteiz donde uno de ellos interpuso una denuncia, mientras que el resto denunciaron los hechos ante la Ertzaintza una vez llegaron a casa. Además, acudieron a centros hospitalarios -unos al hospital de Cruces y otros al IMQ de Zorrotzaurre- para que les practicaran un análisis completo con el que determinar si habían sido drogados. Los resultados fueron negativos. "Estos análisis sirven para detectar siete tipos de drogas y si lo que nos echaron no está catalogada no se detecta. Según dijeron algunas de estas sustancias desaparecen rápido del organismo", puntualiza Aitor.(FUENTE: DEIA).