viernes, 15 de agosto de 2014

Un eurodiputado británico recomienda aprender las dotes oratorias de Hitler...

...Y a mí me parece muy bien ya que Hitler fue uno de los mejores oradores del siglo pasado. Si no ¿cómo se explica su arrollador ascenso y el masivo seguimiento de sus proclamas?.

Su facilidad para atraer y convencer a los oyentes era fantástica, empleando las tres fases de un discurso (ethos, logos y pathos) con pasmosa brillantez. Cosa diferente es aplaudir su contenido, algo que no voy a hacer por convencimiento personal.

Como decía, un discurso se divide en tres partes: ethos, logos y pathos. Vamos a ver en qué consiste cada una de ellas:

ETHOS: Es la base del discurso ya que establece el vínculo entre el orador y los oyentes; sirve para enganchar, para preparar el terreno, por lo que el orador hace referencia a aquellos hechos, recuerdos o pensamientos compartidos con los oyentes. 


LOGOS: Es la que entraña más dificultad y esfuerzo de las tres ya que en esta segunda fase el orador tratará de convencer a la audiencia desarrollando y potenciando sus propios argumentos en detrimento de los ajenos, los cuales tratará de destruir.  Si alguna idea es débil o difícil de defender, el orador procurará pasar de puntillas sobre ella prefiriendo decir que el resultado "es inferior a cinco" antes que asegurar, si no es capaz de hacerlo, que "dos y dos suman cuatro".

PATHOS: Supone el colofón del discurso y se emplea para generar emociones: alegría, pena, excitación, patriotismo,... Sin levantar emociones el orador solo alcanzará la indiferencia.

En resumen, una idea descabellada puede imponerse a un colectivo mediante un brillante discurso que interprete correctamente las tres fases que lo componen; por contra, un mensaje positivo puede caer en el olvido si el discurso no consigue llamar la atención del público. Tenemos que distinguir claramente entre el éxito de un discurso y su contenido, con el que estaremos o no de acuerdo.