domingo, 13 de noviembre de 2011

La autopsia contradice la versión inicial del homicida confeso de su mujer en Coruxo.

La versión de Francisco Rafael Álvarez Martínez, autor confeso de la muerte de su mujer Cristina González Sacau en el domicilio familiar de Coruxo el pasado 13 de octubre, se tambalea. Las pruebas forenses y la autopsia de la víctima contradicen parte de la declaración que prestó tanto en la comisaría de Vigo –donde se entregó tras el crimen– como en el Juzgado de Violencia contra la Mujer, y que llevó a su familia a asegurar que se trataba de un caso de "legítima defensa" pues fue la víctima quien le atacó.
La Fiscalía ha confirmado que solicitará una nueva comparecencia del imputado y lo someterá a un nuevo interrogatorio en sede judicial ante posibles contradicciones de sus declaraciones iniciales con los resultados de la autopsia, si bien guarda un mutismo total sobre el contenido del informe forense.
Álvarez Martínez, en prisión provisional por el crimen, habría admitido en su primera declaración una única puñalada durante un forcejeo para arrebatarle a Cristina un cuchillo que, aseguró, había cogido ella en la cocina cuando lo sorprendió en el interior de la casa en la que residía sola con los dos hijos mellizos de 8 años de la pareja desde que en verano el matrimonio se separó.
El cuerpo de Cristina apareció tirado boca abajo y sobre un gran charco de sangre en el pasillo de la vivienda, muy cerca del cuchillo con el que la mataron. La joven presentaba cuatro puñaladas, una de ellas mortal de necesidad en el cuello. Lo que contrasta con la versión facilitada por el acusado.
Pero no sería la única contradicción. Las conclusiones de la autopsia, que no han trascendido, establecen el orden en el que se produjeron las cuchilladas, cómo se causaron cada una de las heridas de arma blanca y la posición en que se encontraban tanto víctima como agresor. La intensidad, la altura y la distancia en que fueron propinadas determinarán si Cristina Rodríguez Sacau recibió alguna de las puñaladas cuando estaba ya caída en el suelo.
Las pruebas forenses resultan claves en este caso para conocer si las heridas que tanto la víctima como el agresor presentaban en las manos, y el imputado también en brazos y cara, son de ataque o de defensa. Francisco Rafael Álvarez manifestó en su momento que Cristina le arañó la cara, pero que los rasguños de los brazos se los hizo en el monte cuando intentó ocultar objetos que se había llevado de la vivienda para intentar fingir un robo, si bien finalmente se entregó y contó que había matado a su mujer. Tampoco ha trascendido el móvil de la muerte. Aseguró que no era una cuestión pasional. Aunque habían puesto fin a 16 años de relación, aseguró que sabía que ella había vuelto con un novio anterior y que su relación era cordial, pues podía ver a los niños cuando quería y trabajar en el taller exterior de la casa. (FUENTE: EL FARO DE VIGO.es)

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