
El caso fue denunciado ante la Ertzaintza el pasado mes
de septiembre por uno de los componentes de la agrupación musical. Según
su versión, los instrumentos desaparecieron cuando estaban al cuidado
de la persona que trabajaba para ellos como transportista. Al parecer,
después de una de las actuaciones de la orquesta, los músicos dejaron
todo su equipo dentro de una furgoneta.
El conductor encargado de realizar el traslado del
material llevó el vehículo hasta Sestao y lo dejó estacionado en las
inmediaciones del cementerio, señala la nota de prensa emitida ayer por
el Departamento de Interior. Cuando fueron a recoger la furgoneta,
descubrieron para su sorpresa que estaba vacía. No había ni rastro de
los instrumentos, valorados en unos 70.000 euros, por lo que acudieron a
denunciar el robo.
Al pasar los días sin que aparecieran las piezas, el
dueño decidió ofrecer una recompensa de 1.500 euros, según la nota de
Interior -aunque otras fuentes apuntaban a que se elevaba a 3.000 euros-
a quien ofreciera información veraz sobre el paradero del material
robado. Comentó la oferta de una gratificación al propio transportista,
quien a los pocos días le dijo que había podido saber que los
instrumentos estaban escondidos en una lonja de Sestao.
Vendidos por 1.000 euros
El denunciante comunicó esta nueva información a los
investigadores de la Ertzaintza. Los agentes averiguaron quién era la
persona que utilizaba esta propiedad. El pasado miércoles por la mañana,
agentes de paisano localizaron a este individuo y, después de comprobar
que los instrumentos desaparecidos se encontraban en la lonja, fue
detenido bajo la acusación de un delito de receptación, compraventa de
objetos robados.
Poco después, se presentó en dependencias policiales el
transportista de la orquesta. El hombre confesó que había sido él el
autor del robo, que se había apropiado de los carísimos instrumentos
musicales y los había vendido por 1.000 euros. Ante esta declaración
autoinculpatoria, los ertzainas procedieron a su arresto por un delito
de apropiación indebida.
Un caso con algunas similitudes se produjo en abril de
2009 en Bilbao. Un luthier denunció que le habían robado de su taller
cuatro violines Stradivari valorados cada uno en unos 6.000 euros. La
Ertzaintza detuvo a los autores, un grupo de jóvenes, y uno de ellos fue
condenado por el robo. Según la sentencia, los chicos entraron en el
local del luthier y se apoderaron de los instrumentos.
Después, vendieron dos de ellos en una tienda de segunda
mano por 60 euros, un precio irrisorio. Los otros dos aparecieron en el
maletero del coche de uno de los detenidos. Un profesor de música que
trabajaba para una orquesta compró uno de los Stradivari en Cash
Converters y, al salir la noticia en el periódico, se lo devolvió a su
dueño, al que conocía. La cuarta pieza permanece aún desaparecida.(FUENTE: EL CORREO.com)
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