El desahucio de Marta Uriarte, secretaria de la
plataforma de Afectados por la Hipoteca de Euskadi, parece cantado. De
nada le ha servido negociar con una entidad de ahorros a esta getxotarra
de 44 años. Su piso saldrá a subasta. Es un bajo de
Salsidu, un barrio de Algorta afectado por los continuos desbordamientos
del río Gobela.
La economía familiar comenzó a zarandearse como
consecuencia de las inundaciones del 1 de junio de 2008 y acabó
destrozada, poco después, por el maremoto de la crisis. La recesión
obligó a cerrar el negocio de su marido, transportista autónomo.
Uriarte dice que no hay «renegociación posible» en su
caso, por mucho que ahora su panorama familiar haya mejorado al
encontrar trabajo su marido. «Me desalojarán en cuanto puedan. Les
resultó incómoda». A su juicio, «se están cebando conmigo, pero hay
gente que está mucho peor». Asegura que la entidad financiera con la que
firmó su hipoteca quiere que ponga 24.000 euros sobre la mesa y luego
renegociar los abonos. Ella pide que incluyan esta cifra en el montante
total porque ahora podría afrontar los pagos cada mes. «Pero no hay
forma. No es de justicia. La banca abusa con permiso de los poderes
públicos», opina.
Ayer mismo fue al juzgado con el representante legal de
la plataforma al detectar un defecto de forma. «La convocatoria de la
subasta pone que tiene 166 metros cuadrados», cuando su vivienda ni
siquiera roza los 100. Uriarte está convencida de que la «castigan»
públicamente por luchar contra este tema. «Me han apoyado el
Ayuntamiento de Getxo y los partidos políticos, pero no hay nada que
hacer». Además, ve un panorama muy negro para el resto. Vaticina
que «el próximo año será demoledor en los juzgados a causa de los
desahucios. Esto es una rueda que se va a llevar por delante a mucha
gente. Hoy mismo he visto más de 30 pisos en el Juzgado de Getxo. ¡Y eso
sólo en el número 1!».
Golpe «vital»
Lo peor es que ahora este matrimonio con sus dos hijos
podría hacer frente a los pagos, después de haber pasado por un
infierno. «El golpe de las inundaciones me cambió la vida, la forma de
pensar sobre muchas cosas. La gente se tiene que hacer a la idea de que
sólo te quedas con la ropa que llevas puesta».
El arreglo de los desperfectos de su domicilio superó los
60.000 euros. No pidieron ningún crédito, sino que afrontaron los pagos
«tirando de lo ahorrado. Nos tuvimos que realojar en una vivienda de
alquiler siete meses», recuerda. El viaje que pensaban realizar a
Canarias pasó, evidentemente, a mejor vida.
A principios de 2009 ya golpeaba la crisis y el sector
del transporte tampoco se libró del 'tsunami' financiero. Recuerda que
la facturación de su marido bajó «un 50%». Así que hubo que destinar
parte del sueldo de ella -entonces enfermera en Osakidetza- a pagar «la
Seguridad Social y los gastos de la empresa» de su cónyuge.
Fueron tirando, como pudieron, hasta que en el verano de
2009 liquidaron el camión para tapar agujeros. A su alrededor se han
desplomado muchas cosas, aunque por mucho que les desahucien seguirá en
la brecha. «Si creen que van a pararme con esto, están equivocados. Sólo
servirá para que siga luchando y trabajando por la plataforma»,
concluye Marta Uriarte. (FUENTE: ELCORREO.com).
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