El acusado del crimen de Berrobi "sabía lo que hacía y hacía lo que
quería" en el momento de matar a su padrastro, ha asegurado una
médico forense durante la tercera sesión del juicio con jurado que se
sigue desde el lunes por este presunto asesinato en la Audiencia de
Gipuzkoa.
Los hechos ocurrieron la mañana del 18 de mayo de 2009
en una chabola de Berrobi, donde el acusado golpeó con una maza en la
cabeza a su padrastro, tras lo que presuntamente le robó el dinero que
portaba y se dio a la fuga con el coche de la víctima.
El
contundente testimonio prestado hoy por la citada forense entra en
colisión con la tesis principal de la defensa, según la cual el
procesado habría matado a su víctima en un momento de arrebato,
impulsado por un miedo "insuperable", después de que el fallecido le
amenazara con darle dos tiros. Así lo afirmó el pasado lunes el
acusado, quien además dijo no recordar con claridad lo ocurrido ya que
sólo mantiene en la memoria algunos "flashes" e "imágenes" de lo
sucedido.
Por el contrario, la perito forense ha explicado que
unos meses después del crimen tuvo una entrevista profesional con el
imputado, en la que reconoció los hechos y se los relató de forma
"coherente", "detallada" y "sin lagunas amnésicas". En esta
conversación, el encausado también le confesó que, aunque solía consumir
éxtasis, speed, heroína, cocaína y ketamina no sufre "dependencia"
alguna, circunstancia que contrasta con la eximente incompleta de
drogadicción que reclama su defensa en este procedimiento judicial.
La
forense ha aclarado también que el "trastorno de la personalidad con
rasgos antisociales y esquizoides" que padece el imputado es "leve", si
bien le lleva a reaccionar con "agresividad" cuando se le ponen
"límites". A preguntas de la defensa, la médico ha descartado con
claridad la posibilidad de que la "nebulosa" mental que llevó al acusado
a escapar sin rumbo del lugar de los hechos estuviera motivada por el
consumo de drogas ya que, en su opinión, esta situación de
"desconcierto" habría estado motivada en realidad por la consciencia de
"lo que había hecho".
En esta misma sesión del juicio ha declarado
el equipo de cuatro forenses que practicó la autopsia al cadáver, según
el cual la agresión tuvo lugar en dos momentos y en dos puntos
distintos de la chabola y fue cometida con dos armas, una de ellas una
maza que se encontró en el lugar, y otra un objeto que podría ser
similar a una piqueta y que no ha sido localizada. Las
conclusiones de estos forenses contemplan como hipótesis más probable
que, por la situación de las manchas de sangre, cuando ocurrió la
primera agresión el fallecido se encontrara agachado y, probablemente,
de espaldas porque el cadáver no tenía heridas defensivas en las manos y
los brazos como suele ser habitual cuando la víctima opone resistencia.
Estos
facultativos consideran asimismo que tras la primera agresión el
perjudicado logró desplazarse hasta un punto próximo a la puerta de la
chabola donde fue agredido nuevamente mientras estaba tendido. Los
forenses detectaron cinco traumatismos en la cabeza de la víctima, tres
en la parte frontal, uno en la occipital y otro más en el área
mastoidea, así como un golpe en la espalda que le fracturó las vértebras
dorsales, entre otras lesiones, algunas de ellas provocadas, al
parecer, por varias patadas.
Estos profesionales han precisado
también que la causa de la muerte fueron las diferentes lesiones
cerebrales y la hemorragia cerebral que sufrió la víctima. Los
forenses han ilustrado sus explicaciones al jurado con distintas
fotografías, una de las cuales mostraba con crudeza las heridas sufridas
por la víctima, que el acusado ha evitado contemplar bajando la mirada y
sujetándose la cabeza con las manos.
En otro momento del juicio,
dos agentes de la Unidad de Policía Científica de la Ertzaintza han
constatado que la sangre que había en cuatro billetes de 50 euros
localizados en poder del acusado cuando fue detenido pertenecía al
fallecido.
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