La música amansa a las fieras y calma los ánimos. Existen
estudios que así lo certifican. Por ejemplo, investigadores de la
Universidad de Derby (Inglaterra) concluyeron que hacer escuchar a
Mozart a alumnos de entre 3 y 7 años consigue este efecto y, además,
mejora su rendimiento escolar. Si en lugar del compositor austriaco se
opta por el ruso Tchaikovsky, los críos se animan. Claro que si la dosis
musical es excesiva puede llegar a desquiciar.
Esto es lo que les ocurrió a unos vecinos de Puigcerdá
(Girona) que compartían bloque de pisos con una joven intérprete.
Durante cuatro años consecutivos -de 2003 a 2007-, Laia Martín tocaba el
piano cinco días a la semana a razón de ocho horas diarias. Esta
dedicación le ha permitido, a sus 26 años, continuar su formación como
concertista en el Conservatorio del Liceu y ofrecer giras y recitales.
Tanto tesón le ha granjeado también una petición de cárcel de siete años
y medio, además de una multa de 360 euros y de 21.900 euros de
indemnización a una vecina. Esta es la solicitud que ha presentado el
fiscal de Olot contra la joven promesa del piano y sus padres por
molestar a los vecinos y por desoír los sucesivos requerimientos del
Ayuntamiento de la localidad para que insonorizaran la habitación. En su
escrito de calificación, el Ministerio Público acusa a la familia de un
delito contra el medio ambiente y otro de lesiones por daños
psicológicos que los «ruidos» del piano ocasionaron a una residente del
edificio, que ha llevado el tema a los tribunales.
Laia empezó a estudiar música en Manresa. Según el
escrito de acusación, en octubre de 2003 sus padres le compraron un
piano. En marzo de 2006, la vecina presentó una denuncia ante el
Ayuntamiento de Puigcerdà, que en cuatro ocasiones, hasta febrero de
2007, requirió a la familia que cesara en la emisión de ruidos y aislara
el cuarto donde se encontraba el piano, pero los acusados hicieron caso
omiso, asegura el fiscal. Es más, durante los siete meses siguientes,
«alentada y ayudada por sus padres, se dedicó a tocar el piano «desde
las 9 a las 13 horas y desde las 14 a las 18 horas».
39 decibelios
Esta práctica constante, en la que se superó los 30
decibelios máximos permitidos por el municipio en horario diurno, generó
a la vecina ansiedad, alteraciones del sueño, angustia, episodios de
pánico, irritación y hasta problemas en el embarazo de uno de sus hijos.
Incluso dejó temporalmente la vivienda. En 2007, ante los problemas por
el ruido, los padres de Laia decidieron dejar el piso de alquiler para
trasladarse a una casa más aislada, donde su hija puede tocar sin
problemas.
Esto no ha impedido, sin embargo, que la denuncia siga su
cauce en los juzgados. El letrado de la pianista todavía no ha
presentado su escrito de defensa, pero de entrada ha puesto en cuestión
las circunstancias en que se realizaron las mediciones sonoras e incluso
que los aparatos que se emplearon para ello estuvieran homologados.
Además, ha puesto el grito en el cielo por la elevada petición fiscal.
Considera que la causa se sustenta en «un error conceptual» por
trasladar a la esfera penal un asunto que debería dirimirse a través del
derecho administrativo o civil, que regulan las relaciones vecinales.
Ante el revuelo ocasionado, la Fiscalía de Cataluña
justificó ayer la petición de cárcel por la «gravedad» de los hechos. En
un comunicado, señala que es preciso «contextualizar» el caso porque
«los ruidos emitidos «tuvieron una duración muy extensa». No obstante,
abre la puerta a una rebaja de pena o a un posible indulto parcial. (FUENTE: EL CORREO).
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