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Así se desprende de un artículo publicado en la prestigiosa revista Progress in Neuro-Psychopharmacology & Biological Psychiatry por científicos de la Universidad de Granada.
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Este hecho podría estar relacionado con determinadas complicaciones durante el embarazo o con carencias tales como déficit de vitamina D, ya que en invierno hay menos exposición a la luz solar y, por tanto, menos producción de esta vitamina
Las personas nacidas durante la postguerra (considerada ésta hasta el
año 1959) y durante los meses de invierno (enero, febrero o marzo)
tienen más posibilidades de desarrollar esquizofrenia en el comienzo de
la edad adulta. Y es que el riesgo de padecer esta enfermedad mental
está relacionado con el déficit de vitamina D, que en parte podría
explicar la asociación observada entre nacer en invierno (estación con
menos exposición a la luz solar y, por tanto, menor producción de
vitamina D) y el mayor riesgo de esquizofrenia; y también la mayor
prevalencia de esquizofrenia detectada en países más al norte, donde hay
menos luz solar.
Estos son algunos de los resultados de un artículo publicado en la prestigiosa revista Progress in Neuro-Psychopharmacology & Biological Psychiatry por científicos de la Universidad de Granada
sobre datos de personas que requirieron hospitalización psiquiátrica
entre 1998 y 2006. El estudio confirma que entre quienes padecen
esquizofrenia hay una elevada proporción de nacidos en invierno,
especialmente en el mes de enero (comparada con la proporción en los
otros meses del año). En el estudio ha colaborado el Dr. Francisco Díaz
Atienza, del Hospital Universitario Virgen de las Nieves, junto a
investigadores del Departamento de Psiquiatría y del Instituto de
Neurociencias (José María Martínez-Ortega, María Dolores Carretero, Luis
Gutiérrez-Rojas, Dolores Jurado y Manuel Gurpegui).
Factores de riesgo
El objetivo de esta investigación fue comparar las tasas de
nacimiento en invierno entre 321 pacientes con esquizofrenia de Granada
hospitalizados entre los años 1998 y 2006. Además, se analizó si la
proporción de pacientes con esquizofrenia nacidos en invierno se
distribuía por igual entre hombres y mujeres; y también si esta
proporción fue distinta entre los nacidos durante la postguerra de la
guerra civil española (un tiempo caracterizado por una mayor restricción
alimentaria) y los nacidos después.
El estudio mostró que la diferencia del exceso de nacimientos en
invierno entre hombres y mujeres con esquizofrenia fue similar (aunque
en mujeres la proporción observada no fue significativamente superior a
la esperada debido al pequeño tamaño muestral). Estudios previos
demuestran que los varones con esquizofrenia nacidos en invierno tienen
un comienzo más temprano de la enfermedad, presentan menos antecedentes
familiares y nacen con más frecuencia en zonas urbanas. Además, los
hombres podrían ser más vulnerables que las mujeres al efecto de
complicaciones obstétricas en el segundo trimestre de embarazo, debido a
la menor maduración en útero y al mayor número de alteraciones
estructurales cerebrales.
Al comparar los nacidos durante la postguerra (hasta el año 1959) con
los nacidos después, los investigadores observaron que la proporción de
nacimientos en invierno en pacientes con esquizofrenia durante el
período de postguerra fue del 40%, significativamente superior al 28%
observado de 1960 a 1986. Se especula con que esa diferencia se ha
acortado debido a una mejora en los cuidados obstétricos durante el
embarazo y a la mejora nutricional materna (otros estudios han
demostrado que hay mayor riesgo de desarrollar esquizofrenia cuando ha
habido una privación nutricional prenatal, cuando la madre tiene bajo
peso o cuando la madre tiene déficit de hierro o de vitamina D).
“Numerosas investigaciones han demostrado que nacer en invierno en
países del hemisferio norte se asocia a una mayor posibilidad de
desarrollar esquizofrenia en la edad adulta”, explica el investigador José María Martínez Ortega, del Departamento de Psiquiatría de la Universidad de Granada, el autor principal de este artículo.
Aunque se desconoce el mecanismo que subyace a este hecho, “podría
ser sólo una expresión del efecto de diversos agentes ambientales que
actúen durante la gestación, tales como complicaciones obstétricas,
infecciones virales (en particular durante el segundo trimestre de
embarazo) o déficits nutricionales”.
La hipótesis que se postula es la del neurodesarrollo por la que el
cerebro del feto quedaría dañado, pero esa alteración sólo se
manifestará cuando el sistema nervioso haya alcanzado un mayor grado de
maduración y de complejidad funcional. “Se puede comprender mejor
siguiendo el símil de un ordenador infectado por un virus: mientras no
se utilicen determinadas funciones, el virus no tiene por qué
manifestarse. Algo parecido ocurre con la esquizofrenia, que estaría
latente pero no aparecería hasta la edad adulta”. (FUENTE: CANAL UGR).
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