Los padres de Asier Lavandera, el joven donostiarra que
hace dos años murió acuchillado a la salida de una discoteca en
Lekunberri, tenían razón cuando afirmaron que el autor material del
crimen tenía que estar en la cárcel en la fecha en la que cometió el
delito. El Consejo General del Poder Judicial ha admitido que existió
una demora «innecesaria» y un funcionamiento «anómalo» de la Justicia,
de tal forma que apoya la propuesta de reclamación que solicitan los
progenitores.
El presunto autor material del crimen, Sergio Fernando
Ramos de Sousa, tenía dos penas de cárcel previas a que matara a Asier
Lavandera, una de las cuales se hallaba en fase de ejecución.
El acusado, de 21 años, fue condenado el 17 junio de
2008 a cuatro meses y quince días de prisión por un delito de lesiones.
Dado que entonces el inculpado carecía de antecedentes, el fallo quedó
en suspenso a condición de que en los dos siguientes años no
delinquiera. No obstante, el acusado volvió a ser condenado en
septiembre de 2009 a dos años de prisión por robo con intimidación. El
juez, sin embargo, lo dejó en libertad.
De esta forma, el 16 de enero del año siguiente, el acusado permanecía libre y dio muerte a Asier Lavandera.
Después de que la familia tuviera conocimiento de esta
circunstancia, la letrada Rosario Cañete, que representa a Manuel
Lavandera y Edurne de la Granja, padres de Asier, interpusieron una
reclamación ante el Tribunal Superior de Justicia de Navarra. Sin
embargo, el alto órgano judicial navarro archivó las diligencias, tras
estimar que no hubo error judicial. Sustentó esta decisión en que el
ingreso en prisión no se produce de forma automática, sino que requiere
una serie de trámites y que el plazo para reanudar la ejecución de la
pena fue en modo alguno excesivo.
El Consejo General de Poder Judicial, no obstante, no
comparte este criterio. El órgano de gobierno de los jueces sostiene que
la demora de cuatro meses fue innecesaria. En su informe pone de
manifiesto que las dos sentencias fueron dictadas por el mismo juzgado y
que la ejecución de la segunda tardó más de cuatro meses aun cuando
sabía que había delinquido durante el periodo de suspensión de la
condena.
Por ello, el Consejo admite que se produjo un mal
funcionamiento de la Justicia y estima que la familia debe ser
indemnizada. En este sentido, la letrada de la familia ha reclamado una
cantidad de 300.000 euros. (FUENTE. DIARIO VASCO).
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