jueves, 3 de mayo de 2012

Diagnóstico médico de obras de arte (3/5).

El doctor Francisco Javier Barbado ha puesto al servicio de los pacientes que han pasado por su consulta de medicina interna del Hospital de La Paz de Madrid durante décadas todos sus conocimientos, su experiencia y su humanidad. Pero este médico atiende a otros enfermos, se puede decir que más singulares, a los que somete a la lupa del diagnóstico médico de vez en vez y con mucho gusto. Se trata de personas y personajes retratados en famosas obras de arte, en cuyo análisis es experto. A través de signos como el gesto, la morfología del cuerpo u otros más evidentes, explica en clave científica obras mundialmente conocidas.
Esto puede antojarse una curiosidad, pero no lo es si se tiene en cuenta que el fruto de la pintura de los artistas a través de los siglos es empleada para completar la formación de médicos. El doctor Barbado es, desde 1985, el tutor de docencia de Medicina Interna del citado hospital universitario madrileño. Desde aquel año, se han impartido 1.509 seminarios de sesiones clínicas, de los cuales 25 se han dedicado a la relación entre el Arte y la práctica Médica y en ellos se estudia la pintura y la literatura, por ejemplo.
«No es habitual encontrar esta mezcla en un programa científico, pero ha resultado ser muy útil», puntualiza Barbado. Algunos seminarios docentes han tenido títulos tales como ‘La enfermedad en la pintura de Velázquez’, ‘Un internista visita el Museo del Prado’, ‘La medicina en la historia de la pintura’ o ‘La pintura en la formación del médico’. «Es útil en la formación porque algunos cuadros presentan signos físicos aislados y muchos otros son prototipos, auténticos testigos científicos de una enfermedad y cómo ha evolucionado el tratamiento de ésta en la actualidad». Este experto realiza para Salud Revista.es, desde su experiencia y como valoración personal, el análisis médico de cinco famosas obras que, por el retratado o por lo que ilustra, son paradigmáticas.
3) La monstrua, de Juan Carreño de Miranda
Esta niña, con 5 años y 57 kilos, fue llevada a la corte de Carlos II para ser exhibida. Hoy sería tratada como una enferma. Lo que sufre es un síndrome de Cushing, enmarcado en las conocidas como patologías minoritarias. Los síntomas son claros: cara de luna llena, rubeosis (mejillas sonrosadas) provocadas por el exceso de corticoesteroides y, sobre todo, la prominencia del vientre. Además, tiene las manos afiladas y los pies finos. En un diagnóstico más completo, se aprecia un leve estrabismo. Sufre obesidad mórbida a todas luces, pero es fruto de una hiperfunción de las glándulas suprarrenales. Esto último podría estar provocado por un carcinoma (tumor maligno) o una hiperplasia (aumento de tamaño glandular) o adenoma (tumor benigno) ubicado en estas glándulas. Lo primero se descarta porque murió a los 24 años. En la actualidad no se llega a este extremo porque se detectar a tiempo y se trata. Gregorio Marañón fue el primero en sostener en el año 45 que este retrato era un claro síndrome de Cushing. (FUENTE: EL CORREO).

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