
«Hasta ahora el debate estaba abierto sobre si las
adicciones sin sustancias podían incluirse dentro de los trastornos
adictivos», explica Jaureguialzo. Cada vez queda más patente, añade, que
las dependencias sin sustancias tienen síntomas comunes a las
adicciones con sustancia. De todas ellas es la adicción al juego la que
mayores problemas sociales, personales, económicos y familiares acarrea.
Las asociaciones de ayuda son hoy por hoy el único
recurso con el que cuentan los afectados. Sobreviven a base de pelear
subvenciones, con la incertidumbre financiera agravada por la crisis, y
cuentan con una lista de espera de varios meses para poder dar cita al
usuario, al que remiten a los grupos de autoayuda como solución de
urgencia hasta que se libera la consulta con la psicóloga. Un 11% de los
74 nuevos usuarios que el año pasado llamaron a las puertas de la
asociación no pudo ser atendido por la especialista por esa falta de
medios.
«La demanda ha ido creciendo y supera a los recursos que
podemos ofrecer», señala Jaureguialzo, que confía en que el
reconocimiento de la ludopatía como una adicción no quede únicamente
reflejado en palabras, sino que se traduzca en medidas concretas de
prevención y tratamiento. «Para empezar, la ludopatía debería ser
tratada desde el ámbito sanitario, como el trastorno que es», reclama la
psicóloga. Las consultas de Atención Primaria o las de Salud Mental son
una de las puertas a través de la que entran los pacientes. Dos de cada
diez nuevos usuarios fueron derivados desde Osakidetza, «porque no
existe otro recurso» que el de las asociaciones para atajar el problema.
«Si la ludopatía se reconoce como una adicción, deberían ponerse
también los medios sanitarios para atajarlo», insiste Jaureguialzo.
Menor tiempo de adicción
La prevención entre los jóvenes, a través de campañas y
de charlas en colegios, debería ser otro de los puntos de partida para
poder avanzar porque con la proliferación de las casas de apuestas en
internet se ha ido desdibujando el perfil del ludópata, asociado
tradicionalmente a un hombre de avanzada edad que pasa horas en las
máquinas. Las tragaperras siguen siendo el juego más adictivo, pero cada
vez más jóvenes, con estudios universitarios acaban siendo esclavos del
juego. El 7% de los nuevos usuarios que acudieron a Ekintza Dasalud el
año pasado tenían menos de 25 años. Todos eran chicos. El 15% de los
pacientes reconocieron tener un problema con las apuestas a través de
internet.
El balance de actividad de la asociación durante 2011 no
muestra grandes diferencias respecto al año anterior, que supuso un
antes y un después para la asociación. El 2010 se cerró con un
incremento del 10% de nuevos pacientes y recibió un mayor número de
jóvenes adictos a las apuestas on line, consolidándose la tendencia que
en años anteriores ya había empezado a dar síntomas de crecimiento. Ese
'rejuvenecimiento' de los ludópatas tiene una consecuencia positiva, ya
que los usuarios piden ayuda mucho antes de lo que lo hacían los adultos
enganchados a las tragaperras. «Un menor tiempo de adicción permite una
recuperación mucho más fácil. Para empezar, los enfermos no suelen
tener deudas irreparables, o no han llegado a perder su trabajo»,
explica Jaureguialzo. Los destrozos que provoca la adicción al juego
pueden repararse con la terapia adecuada. ¿En cuánto tiempo? Las altas
terapéuticas apenas representaron un 1% de los pacientes que iniciaron
el tratamiento el año pasado, pero se dieron diez más entre los usuarios
más veteranos. La tasa de abandonos rondó el 5%.
Dice que la ludopatía es la asignatura pendiente en
materia de drogodependencias, pero subraya que hay otras adicciones
psicológicas que también están aumentando, como lo es la adicción a las
compras, que ya suponen el 7% de los nuevos casos, o a internet (1%).
Para hacer frente a estos nuevos perfiles, la asociación recalca la
necesidad del reciclaje y la formación continua de todo el personal, así
como una financiación estable para asegurar los tratamientos año tras
año.(FUENTE. EL CORREO).
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