El pasado día 7 de agosto se cumplieron 71 años del asesinato por el régimen
franquista de David Díez Guinea, de Orduña. Aquellos hombres contrarios a
la democracia le dejaron morir en la prisión central de Valdenoceda,
Burgos. De Bizkaia, se estima que fueron cinco los muertos. Él fue uno
de ellos. La familia del republicano recibió los restos de su pariente
en 2010 gracias a las labores de investigación de la agrupación
Exhumación Valdenoceda, con la colaboración de la Sociedad de Ciencias
Aranzadi. Sin embargo, no cuentan con foto alguna que le recuerden sus
rasgos.
Tanto la familia de Díez Guinea, como Exhumación Valdenoceda y
Aranzadi conmemoraron aquella trágica jornada en la
que se perdió toda su pista: de pulso vital y de información. Aquel día,
tres años después de acabar la Guerra Civil, en el que encargados de la
prisión central de Valdenoceda escribieron con lápiz azul y en diagonal
Fallecido el 7 de agosto de 1942. Aquel mismo expediente que hoy
atesora la Sociedad de Ciencias Aranzadi detallaba que David era hijo
de Gregorio y de Paula y esposo de Aurelia Fernández, que tenía 49 años,
nacido el 29 de diciembre de 1891 en Orduña y vecino entonces de
Villanueva de Carrales, en Burgos. Era labrador que sabía leer y
escribir y de su matrimonio tenía cuatro varones y dos hembras con edad de 21 años el hijo mayor y de 10 el benjamín.
A
falta de fotos, el informe franquista detalla que tenía los ojos
azules, cabello negro, cejas finas, ojos pequeños, nariz regular, boca
pequeña, cara ovalada y barba oscura. Medía 1,70 metros. Según el
documento, Díez fue sentenciado por un Consejo de Guerra en Burgos por
un delito de rebelión. La pena impuesta fue de veinte años de reclusión
menor.
En el apartado de vicisitudes, el director de la cárcel de
exterminio asegura que "fallece el titular de este expediente en
enfermería de la prisión", consecuencia de una supuesta insuficiencia
aórtica. El 17 de diciembre de 1939 ingresó en la prisión donde se
dejaba a los presos morir de hambre porque una persona vecina de
Carrales le señaló como hombre de izquierdas. Murió tres años después.
En una carta de comunicación de la muerte del republicano, el capitán
general de la Sexta Región Militar escribe a su superior en estos
terroríficos términos: "Exclamadísimo señor, tengo el honor de comunicar
a V. E. que (...) ha fallecido David Díez Guinea".
Otro documento de la época certifica "los objetos que deja de
su propiedad". Así citaba, mantas, almohada, petate, botas, petaca,
calzoncillos, camisas, correa de muñeca, un candado, carpeta con cartas y
fotos, un trozo de jabón, correa de cintura, una cuchara, tres barras
de pan, catorce huevos y "en dinero, 6 pesetas". Guardaba víveres porque tanto la mujer como sus hijos eran
quienes visitaban al padre de familia en la cárcel del frío, de la
humedad, de la inanición. En una de las jornadas de visita, la muerte se
cebó con ellos cuando uno de los hijos del matrimonio apareció muerto
en el río. Dicen que murió ahogado.
Ahora, 71 años después, su nieta Ana Rosa Bárcena es una de
quienes recuerda a su abuelo. De aquellos seis hijos que tuvo el
matrimonio compuesto por David y Aurelia, restan vivos dos, dos mujeres.
"De la cárcel y muerte de mi abuelo se hablaba poco en casa porque
causó mucho dolor. Sabíamos poco, pero era curioso que mi padre, cada
vez que pasábamos por Valdenoceda soltaba una lágrima. Más tarde supimos
por qué", evoca.
Enterrado junto a su mujer El
ADN de la madre de Ana Rosa y de un tío suyo permitió saber que los
restos de aquel enterrado en las cercanías de la prisión era David Díez
Guinea. La agrupación Exhumación Valdenoceda hizo entrega de los restos
óseos a la familia en un acto celebrado en Madrid. "Fue un día
superespecial porque por fin pensamos tenemos al abuelo y sabemos dónde.
Ahora está enterrado junto a su mujer. En casa se hablaba de él entre
el querer olvidar para no sufrir más", lamenta Ana. Además, el dolor
continuó para una viuda a la que en su pueblo le "gritaban de todo" y
tenía que sacar adelante a toda su prole. "Quedaron en la miseria y
hasta las niñas de 11 años tenían que ponerse a cuidar niños, por
ejemplo, de 6... Salieron adelante como pudieron", agrega la familia. La
mayoría de los descendientes buscaron su futuro en Bilbao. "Les damos
las gracias constantes a la agrupación Exhumación Valdenoceda por su
labor ímproba, porque esto les cuesta tiempo, dinero y gracias a ellos
aparecen los restos de nuestros familiares. Nunca tendré el tiempo
suficiente para darles las gracias", apostilla Bárcena.
Desde esta agrupación dan a conocer que han hecho 26 entregas
de restos y "hemos dado un importante avance a las labores de
identificación y es probable que, de aquí a final de año, podamos
conseguir casi una decena más. Eso sí, ya nos quedamos sin subvenciones.
No podremos seguir, a no ser que cambiemos de gobierno o que gobiernos
más sensibles, como quizás el vasco, nos ayuden. Nosotros ya estamos
secos". (FUENTE: DEIA).
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