La pelota de goma que acabó con la vida de Íñigo Cabacas en
el callejón de María Díaz de Haro la noche del 5 de abril de 2012, tras
el partido entre el Athletic y el Shalke, fue disparada por la
Ertzaintza a una distancia aproximada de unos 25 metros, según concluye
el peritaje solicitado por las partes y encargado por la jueza
instructora Ana Torres al Cuerpo Nacional de Policía, al que ha tenido
acceso este periódico.
La Policía Científica de dicho cuerpo sostiene en
una de sus conclusiones que «no puede determinarse la posición exacta»
del tirador, aunque sí «se deduce el área probable triangular» donde
estaba ese agente con respecto a la víctima: a lo largo de una línea de
entre cuatro y nueve metros, a la altura de los coches aparcados en
batería en la calzada más próxima al callejón. El informe -realizado por
el Laboratorio de Balística Forense de la Unidad Central de
Criminalística- fue entregado ayer por la mañana a las partes, e incluye
una reconstrucción animada en 3D de cómo sucedieron los hechos en base a
dos posibles hipótesis: un tiro directo o con rebote.
El joven de 28 años de Basauri, conocido por sus amigos
como 'Pitu', falleció cuatro días después de resultar herido en el
hospital de Basurto en el que permanecía ingresado en estado de coma con
un estallido craneal. El entonces director de la Ertzaintza, Antonio
Varela, afirmó en el Parlamento de Vitoria que el material
antidisturbios se había lanzado a no menos de 23 metros. El propio
consejero Rodolfo Ares anunció que desde aquel día la distancia mínima a
la que la Ertzaintza debía disparar las pelotas de goma se elevaba de
25 a 35 metros.
Los especialistas de la Comisaría General de Policía
Científica recibieron el encargo el pasado 22 de noviembre y desde
entonces han realizado un concienzudo estudio, en el que han utilizado
hasta un radar del Ejército para medir la velocidad de las pelotas. El
pasado 20 de junio se reconstruyó el escenario en el callejón, con los
testigos que han declarado en el juzgado y las terrazas de los bares tal
y como estaban aquel día. Tras recibir el aviso de que había una
persona herida, los ertzainas fueron recibidos con una lluvia de
objetos, que respondieron con una carga. Por orden del juzgado, fueron
remitidas a Madrid doce escopetas 'Benelli', que se correspondían en
código con las utilizadas entonces; sesenta pelotas de caucho y otros
tantos cartuchos, que luego fueron ampliados a 150 unidades de cada uno
debido al gran número de pruebas que hicieron.
También contaron con las testificales y el determinante
informe de la autopsia, según el cual, Íñigo presentaba un «severo
traumatismo cráneo-encefálico con foco de fractura y ligero
hundimiento». «Exteriormente» se observaba un hematoma con «forma
circular de un diámetro aproximado de 55 milímetros».
Precisión «muy deficiente»
El informe de Balística descarta que la pelota fue lanzada a
bocajarro, a menos de 1,25 metros, ya que «no consta coloración
asociada a la presencia de residuos de disparo en la epidermis del
fallecido» y sitúa la distancia más probable en unos 25 metros.
Establece dos posibles hipótesis, que el caucho rebotara en el suelo
antes de impactar, o que fuese un «tiro tenso» o directo. En el primer
caso, el ertzaina se situaría a lo largo de una línea de 4,80 metros, a
25 de la víctima, justo entre los vehículos estacionados. En el segundo,
la raya imaginaria en la que estaría colocado el escopetero, como se
les conoce en el argot policial, aumenta a nueve metros, detrás de los
coches, a unos 28 metros de 'Pitu'.
Los autores del informe destacan la «ausencia de
bibliografía» de pruebas balísticas realizadas con pelotas de goma, y la
dificultad que ha supuesto para ellos no haber iniciado la
investigación en el momento de los hechos. En una de las siete
conclusiones finales sostienen que el material recibido, armas y
munición, estaba «en perfectas condiciones de uso». Los especialistas
advierten de que este tipo de armas tiene una precisión «muy deficiente»
a más de 17 metros, es decir que no se puede apuntar a un blanco, y que
a partir de 20 el vuelo resulta «errático».
El informe no desvela la principal incógnita del caso, si
se podrá llegar a conocer quién efectuó el disparo que mató a Íñigo y si
podrá imputarse a alguno de los agentes que participaron en el
operativo o a sus mandos. El Departamento de Seguridad apartó del
servicio en la comisaría de Bilbao a seis ertzainas -cuatro patrulleros,
un suboficial y un oficial-, que están ahora destinados a otras tareas
mientras se resuelve el caso. (FUENTE: EL CORREO).
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