El
juez del caso de los pequeños Ruth y José, José Luis Rodríguez Lainz,
denegó esta semana la libertad a su padre, José Bretón. En el auto,
avanzado por ABC, el magistrado realiza un estremecedor relato de cómo
se gestó esta trágica historia:
El
juez sitúa el origen de los hechos tres semanas antes de que los
pequeños desaparezcan, cuando Ruth le dice a su marido que «ya no le
quería». Unas 48 horas después, Ruth confirma a Bretón «su decisión
definitiva de romper la convivencia». Ambos acordaron que ella se haría
cargo de los niños, pudiendo él tenerlos fines de semana alternos.
Bretón,
«obsesionado» por la ruptura, comenzó a idear la posibilidad de causar
un «daño grave» a su aún esposa como «represalia». Para materializar su
plan, comenzó a acudir a la finca de sus padres en Las Quemadillas,
donde fue «once veces al menos» entre la ruptura y la desaparición.
Bretón
redacta una extensa carta en la que trataba «a toda costa» de reanudar
la relación con su mujer. Pero como tenía ya tomada una decisión «en
firme» si su esposa no aceptaba volver con él, rechazó cambiar el turno
de fines de semana que le correspondía, pese a que le era «especialmente
provechosa» porque tenía la boda de su mejor amigo.
José
Bretón llega a Córdoba el viernes 7 de octubre y acude a casa de su
hermana Catalina con los pequeños. Los deja allí y decide ir a la
parcela de Las Quemadillas. El auto del magistrado señala que al arribar
llamó a «una antigua novia suya, con la intención, probablemente, de
reanudar la relación». No se conoce más de qué hizo allí.
El
magistrado también apunta que cuando regresa de la parcela de Las
Quemadillas plantea a sus hermanos verse la tarde del sábado en la
Ciudad de los Niños. Comenzaba así a preparar «su coartada».
El
día de la desaparición, a las 13.31, el vehículo de Bretón es visto por
la calle Joaquín Altolaguirre. Es, recuerda el juez, el último momento
en que «existe constancia» de que Ruth y José estaban con él. Se dirigen
a la finca de Las Quemadillas y, tras entrar, realiza la «llamada
decisiva» a su esposa a las 13.48. Ella nuevamente no descuelga por
«recomendación de su psicólogo». Rodríguez Lainz sostiene que, al no
recibir respuesta de Ruth, Bretón «decidió ejecutar el plan
preconcebido». Para ello, detalló, el encausado «desactivó las
aplicaciones, vía internet, de su móvil y evitó cualquier riesgo de
poder ser localizado». Contaba desde las 13.48 -llegada a la finca- a
las 17.30 -la abandona-. Esas 3 horas y 48 minutos son un agujero negro
para la investigación, tiempo en que logró «hacer desaparecer a sus
hijos de forma que aún no ha podido ser determinada».
Además,
Rodríguez Lainz repara en lo que se podría denominar un agujero negro
de menor duración. Y es que Bretón sale instantes antes de las 17.30
horas de la parcela con su coche y gira a la derecha. «Ese movimiento le
permitía hacerse perder de vista y tener un margen de aproximadamente
10 minutos» para alcanzar un punto «previamente seleccionado y preparado
para ocultar a sus hijos».
José
Bretón aparca su coche junto a las instalaciones deportivas de El
Fontanar en torno a las 18.00 horas. Entonces, activa en su móvil las
funciones del «whatsapp» (mensajería) y «Latitude». A las 18.17, Bretón y
su hermano Rafael hablan por el móvil. El primero le comunica al
segundo que «ha perdido un niño». Sobre las 18.20 horas, se dirige hacia
la Ciudad de los Niños y pide que se dé aviso por los altavoces de la
desaparición de sus hijos.
Sin
embargo, recuerda el juez, no aporta «descripción alguna de su aspecto
físico o vestimenta». Veinticuatro minutos después de haber dicho a su
hermano que había perdido a uno de sus hijos, llama al 112 para
comunicar la desaparición de Ruth y José. Luego, acudió a la Comisaría a
presentar una denuncia. Entre ese día y el de su detención, recuerda
Rodríguez Liana, José Bretón declaró «insistentemente haber perdido a
sus hijos cuando se dirigía con ellos hacia la Ciudad de los Niños, en
un descuido».
El resto es historia ya conocida. (FUENTE: ABC).
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