lunes, 9 de abril de 2012

La obesidad, señal de "poderío" gitano.

La obesidad es un indicador de "poderío" para los gitanos. Más de la mitad de la población calé tiene problemas de sobrepeso porque la gordura y la corpulencia han sido tradicionalmente para ellos un indicador indiscutible de buena salud, física y económica. Lo fue también para el conjunto de la sociedad española hasta no hace muchos años, cuando los especialistas en nutrición comenzaron a alertar sobre los graves peligros del exceso de grasa. En la cultura gitana, todavía queda mucho de aquellas viejas creencias, según revela un estudio de la Universidad del País Vasco, que busca las causas de la "terrible" epidemia de obesidad que se da en este grupo de población.
El mundo occidental camina desde hace años hacia una sociedad obesa, con tasas de sobrepeso que los expertos consideran muy preocupantes y que alcanzan al 15% o 20% de los ciudadanos. Entre los gitanos, esas cifras son muchísimo mayores y llegan a superar la barrera del 50%. Esto significa que uno de cada dos miembros del colectivo corre el riesgo de sufrir enfermedades tan graves como un infarto de corazón, un derrame cerebral, diabetes o cáncer de estómago.
"Las poblaciones que han tenido escasez de alimentos han distinguido el estatus de una persona por sus michelines. Es un fenómeno que ocurrió en la posguerra española y ahora se está viendo en la población gitana. Los que podían comer todos los días eran los que estaban más gorditos. Del alcalde y el señor del pueblo se decía, por ejemplo, que estaban de buen ver; y algunas de nuestras madres también nos inculcaban aquello de "niño gordo, niño sano". Hoy sabemos que todo aquello era un error, pero todavía queda algo de eso entre los gitanos". La bióloga Esther Rebato, que es quien así se expresa, dirige desde el año pasado la investigación 'Determinantes genéticos y ambientales de la obesidad en familias de etnia gitana de la comunidad autónoma vasca', un amplio trabajo de tres años que busca las raíces de este problema en la cultura, la dieta y los genes del colectivo. Las primeras conclusiones de este informe, dadas a conocer ayer, han merecido su publicación en la reconocida revista 'Annals of Human Biology' ('Anales de Biología Humana').
La comunidad gitana ha hecho de la obesidad un elemento más de su tradición, según recoge este trabajo, en el que también participa el endocrinólogo Fernando Goñi, del hospital de Basurto, y la asociación Kale Dor Kayiko. A los hombres les han gustado las mujeres más hermosas, auténtico símbolo de fertilidad; y «el poderío» de las familias se ha venido demostrando mediante «niños más orondos, más redondos». Los autores del documento hablan de toda una "cultura obesógenica", que también les ha llevado a comer alimentos "más baratos y grasos".
Menores con hipertensión
No se trata, en consecuencia, sólo de una cuestión cultural. La dieta también pesa en los altos niveles de obesidad que sufre la comunidad. El gitano ha sido siempre un pueblo errante, que se ha nutrido con una alimentación hipercalórica, a base de potajes y calderetas. Nada que ver con la realidad actual. La comunidad mantiene una dieta rica de calorías, pero es mucho más sedentaria. Una ingesta excesiva unida a la falta de ejercicio dan como resultado irremediable las actuales cifras de obesidad.
El problema es especialmente "grave" en los niños, entre quienes han comenzado a detectarse casos de hipertensión. "Es algo que se puede corregir con un cambio de hábitos que incluya una dieta baja en sal y la práctica de más ejercicio, pero no será fácil. Las costumbres sociales -describe la experta- son las más difíciles de cambiar. Un niño puede en su casa cuidar su alimentación, pero si acude a un cumpleaños difícilmente podrá comer algo distinto a los demás". El trabajo también destaca la "poca importancia" que el colectivo -tanto niños como mayores- da a una comida "fundamental" para mantener una dieta sana y equilibrada, que es el desayuno. "Se lo saltan y luego se hinchan a comer chuches y bollería industrial; y eso es fatal".
El trabajo con las comunidades gitanas de Bizkaia, Álava y Gipuzkoa no se limita a recabar datos de situación, sino que incluye también una parte dedicada a la prevención. Un equipo de expertos en nutrición informa a las familias sobre las consecuencias de los malos hábitos alimentarios y les propone cambios de vida que les ayuden a mejorar su salud. El estudio aún no ha terminado. La última parte de la investigación se prolongará hasta 2013 y ahondará en las razones genéticas de la obesidad gitana. (FUENTE: EL CORREO CIENCIA).

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