La obesidad es un indicador de "poderío" para los gitanos. Más de la
mitad de la población calé tiene problemas de sobrepeso porque la
gordura y la corpulencia han sido tradicionalmente para ellos un
indicador indiscutible de buena salud, física y económica. Lo fue
también para el conjunto de la sociedad española hasta no hace muchos
años, cuando los especialistas en nutrición comenzaron a alertar sobre
los graves peligros del exceso de grasa. En la cultura gitana, todavía
queda mucho de aquellas viejas creencias, según revela un estudio de la
Universidad del País Vasco, que busca las
causas de la "terrible" epidemia de obesidad que se da en este grupo de
población.
El mundo occidental camina desde hace años hacia una
sociedad obesa, con tasas de sobrepeso que los expertos consideran muy
preocupantes y que alcanzan al 15% o 20% de los ciudadanos. Entre los
gitanos, esas cifras son muchísimo mayores y llegan a superar la barrera
del 50%. Esto significa que uno de cada dos miembros del colectivo
corre el riesgo de sufrir enfermedades tan graves como un infarto de
corazón, un derrame cerebral, diabetes o cáncer de estómago.
"Las
poblaciones que han tenido escasez de alimentos han distinguido el
estatus de una persona por sus michelines. Es un fenómeno que ocurrió en
la posguerra española y ahora se está viendo en la población gitana.
Los que podían comer todos los días eran los que estaban más gorditos.
Del alcalde y el señor del pueblo se decía, por ejemplo, que estaban de
buen ver; y algunas de nuestras madres también nos inculcaban aquello de
"niño gordo, niño sano". Hoy sabemos que todo aquello era un error,
pero todavía queda algo de eso entre los gitanos". La bióloga Esther
Rebato, que es quien así se expresa, dirige desde el año pasado la
investigación 'Determinantes genéticos y ambientales de la obesidad en
familias de etnia gitana de la comunidad autónoma vasca', un amplio
trabajo de tres años que busca las raíces de este problema en la
cultura, la dieta y los genes del colectivo. Las primeras conclusiones
de este informe, dadas a conocer ayer, han merecido su publicación en la
reconocida revista 'Annals of Human Biology' ('Anales de Biología
Humana').
La comunidad gitana ha hecho de la obesidad un elemento más
de su tradición, según recoge este trabajo, en el que también participa
el endocrinólogo Fernando Goñi, del hospital de Basurto, y la
asociación Kale Dor Kayiko. A los hombres les han gustado las mujeres
más hermosas, auténtico símbolo de fertilidad; y «el poderío» de las
familias se ha venido demostrando mediante «niños más orondos, más
redondos». Los autores del documento hablan de toda una "cultura
obesógenica", que también les ha llevado a comer alimentos "más baratos y
grasos".
Menores con hipertensión
No se trata, en consecuencia,
sólo de una cuestión cultural. La dieta también pesa en los altos
niveles de obesidad que sufre la comunidad. El gitano ha sido siempre un
pueblo errante, que se ha nutrido con una alimentación hipercalórica, a
base de potajes y calderetas. Nada que ver con la realidad actual. La
comunidad mantiene una dieta rica de calorías, pero es mucho más
sedentaria. Una ingesta excesiva unida a la falta de ejercicio dan como
resultado irremediable las actuales cifras de obesidad.
El
problema
es especialmente "grave" en los niños, entre quienes han comenzado a
detectarse casos de hipertensión. "Es algo que se puede corregir con un
cambio de hábitos que incluya una dieta baja en sal y la práctica de más
ejercicio, pero no será fácil. Las costumbres sociales -describe la
experta- son las más difíciles de cambiar. Un niño puede en su casa
cuidar su alimentación, pero si acude a un cumpleaños difícilmente podrá
comer algo distinto a los demás". El trabajo también destaca la "poca
importancia" que el colectivo -tanto niños como mayores- da a una comida
"fundamental" para mantener una dieta sana y equilibrada, que es el
desayuno. "Se lo saltan y luego se hinchan a comer chuches y bollería
industrial; y eso es fatal".
El trabajo con las comunidades gitanas
de Bizkaia, Álava y Gipuzkoa no se limita a recabar datos de situación,
sino que incluye también una parte dedicada a la prevención. Un equipo
de expertos en nutrición informa a las familias sobre las consecuencias
de los malos hábitos alimentarios y les propone cambios de vida que les
ayuden a mejorar su salud. El estudio aún no ha terminado. La última
parte de la investigación se prolongará hasta 2013 y ahondará en las
razones genéticas de la obesidad gitana. (FUENTE: EL CORREO CIENCIA).
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