martes, 4 de diciembre de 2012

¿Por qué ataca un perro?.

Rafa tiene una cicatriz en la pierna. La señal de lo que fue un agujero considerable. El que le dejó la dentadura de un perro. No iba a por él, sino a por sus homólogos, a por sus mascotas, sus tres pastores del Cáucaso. Para protegerlas él se puso en medio y se llevó el bocado. No es la primera vez que le pasa, ya ha sufrido varios percances parecidos. Y aún así, tanto él como su mujer, Marta, que es quien cuenta la historia, nunca han cogido miedo y están convencidos que el problema "es de los dueños. Los peligrosos son los humanos, no los animales".
Un vecino de Molina de Aragón (Guadalajara), de 78 años, está en estado grave tras haber sido atacado por dos perros cuando regresaba a su domicilio después de buscar setas. Es la última víctima del ataque de un can, episodios que de cuando en cuando saltan a los telediarios y las primeras páginas de los periódicos, precisamente, porque como reconocen los etólogos, "no son frecuentes y, por eso, llaman la atención". De hecho, los datos hablan de 27 víctimas mortales por estos ataques en dos décadas.
La legislación española establece unos requisitos para tener perros considerados potencialmente peligrosos (PPP), como la obligatoriedad de sacar una licencia –para la cual el dueño debe presentar un certificado de sus condiciones físicas y psicológicas-, y llevar a los animales atados y con bozal, entre otras cosas. El problema, según los expertos, es la clasificación que hace de razas peligrosas. ¿Por qué se demonizan unas y no otras?
Para el doctor Miguel Ibáñez Talegón, etólogo del Departamento de Veterinaria de la Universidad Complutense de Madrid, es importante dejar claro que "no existen razas más agresivas que otras. Genéticamente no las hay. Es un mito. La agresividad de un perro depende de su educación y de sus relaciones sociales, pero no de la especie". En la misma línea se expresa Imanol Garamendi, médico forense que ha realizado un estudio sobre los ataques de los perros. "Es difícil legislar sobre esta materia, pero resulta paradójico que algunas razas responsables de agresiones mortales no estén recogidas".

En España, según el Real Decreto 287/2002, las razas potencialmente peligrosas son: Pit Bull Terrier (en la foto); Staffordshire Bull Terrier; American StaffodshireTerrier; Rottweiler; Dogo Argentino; Fila Brasileiro; Tosa Inu y Akita Inu. También añade que deben considerarse dentro de esta categoría "los canes con las siguientes características: fuerte musculatura, aspecto poderoso, robusto, configuración atlética, agilidad, vigor y resistencia. Pelo corto. Cabeza voluminosa, mandíbulas grandes y fuertes [...]".
Pero para el doctor Ibáñez, "en la lista deberían estar ésas y todas las demás. Se han incluido perros poderosos, cuya mordida hace mucho daño. Pero está un poco sesgada. Se protege a perros españoles, como el mastín, por ejemplo". Garamendi aclara que parece que se ha elaborado "en función de la capacidad lesiva potencial del animal, lo que no es para nada absurdo. No es lo mismo el ataque de un gran danés que de un chihuahua. No quiere decir que uno ataque más que otro, pero sí hace mucho más daño".
Las infracciones administrativas en las que incurran los dueños de los perros también están multadas por ley con cantidades que van desde los 150 euros hasta más de 15.000 euros, en función de la gravedad de la misma.

La importancia de la educación

Que un perro sin amo es más peligroso que uno con dueño. Que los perros grandes son más agresivos que los pequeños. O que muchos atacan porque tienen trastornos mentales. Son, junto al de la raza, algunos de los mitos que persisten sobre estos animales de compañía.
Ambos expertos tratan de desmentirlos y coinciden en destacar que la educación del animal y su entorno son mucho más decisivos en el ataque de un perro que la especie. El etólogo señala que "cualquier perro puede ser una excelente mascota, porque lo que determina su comportamiento es la educación. Eso es lo que hay que saber y tener claro". Las causas por las que puede atacar un perro son variadas. Garamendi cita algunas de ellas: "territorialidad, sentimiento del animal de ser intimidado, ponerse en medio de una pelea entre dos perros, etc."
Antes de atacar a una persona, "que es algo que les cuesta mucha energía y no les interesa", dice Ibáñez, los perros dan muchas señales de que van a desarrollar un comportamiento agresivo y, por tanto, se puede prevenir. "Los gruñidos, las orejas erectas, la cabeza firme, la mirada fija son algunos signos de alarma, pero que los dueños o personas cercanas no saben interpretar o bien no les hacen caso".
"Los perros, salvo ciertas razas como el pit bull o el husky, que son menos expresivos, suelen preceder sus ataques con muestras múltiples y claras de amenaza. Lo que ocurre es que la reacción ante estas amenazas por parte de las personas no siempre es la más correcta y favorece la agresión", añade el forense.
Si se ve al animal en actitud amenazante o, simplemente, nos da miedo, lo mejor es, según explica el profesor de la Complutense, "tratar de ignorarle, no mirarle fijamente y cambiar de dirección para intentar alejarnos, aunque eso sí, siempre con paso suave, sin acelerar la marcha". En el caso de que ataque, "ya poco se puede hacer, salvo intentar protegerse las zonas como el cuello, que sangra mucho".

Territorio conocido

El estudio realizado por el equipo de Patología Forense del Instituto de Medicina Legal de Huelva revela que en el 79,7% de los casos la agresión mortal sucede en la propiedad del dueño del animal, mientras que en los casos de lesiones no mortales, en el 89,8% de las veces el perro responsable es ajeno al círculo familiar. "La mayoría de los ataques a personas, sobre todo mortales, se dan en niños menores de cinco años, ancianos o personas incapacitadas", explica Imanol Garamendi.
Marta Baena, propietaria de tres perros, cree que uno de los problemas es que los dueños no saben cómo pueden reaccionar sus animales y les llevan sueltos. "Yo siempre les paseo atados, pero en la sierra muchos perros van sueltos y, claro, su instinto, cuando ven a otro, es ir hacia él y puede pasar cualquier cosa. Tengo mucho respeto a los perros que no conozco".
En cuanto a las secuelas que quedan en las personas que sobreviven a un ataque de un perro, las más normales son "reacciones de estrés postraumático con componentes fóbicos asociados", explica Garamendi.
Ibáñez comenta que si un perro muerde una vez no quiere decir que lo vaya a volver a hacer. De hecho, "pueden ser reeducados. Necesitan terapia de comportamiento, con técnicas de psiquiatría animal y también fármacos que les baje la ansiedad". (FUENTE: EL MUNDO).

No hay comentarios:

Publicar un comentario