Los peritos forenses que realizaron la autopsia a Fatiha E.K,
presuntamente asesinada por su esposo el 11 de octubre de 2010 en su
domicilio de Alhama de Granada, han determinado que la víctima recibió
al menos 15 golpes con un objeto contundente aunque de poca masa —la
pata de la cama— y que fue inmovilizada por su agresor, que la cogió por
el pañuelo que llevaba causándole marcas en el cuello.
En la segunda sesión del juicio con jurado que se celebra en la
Audiencia de Granada contra su marido, Mohamed E.B., que se enfrenta a
una condena de 25 años de prisión por asesinato con ensañamiento y
alevosía, los peritos han indicado que la muerte se produjo a
consecuencia de los "politraumatismos múltiples" que presentaba la
víctima en la cabeza, que le provocaron una "hemorragia subaracnoidea".
Según su análisis, la muerte fue "rápida" tras una agresión que apenas
pudo durar "unos segundos", porque todos los golpes se sitúan muy
cercanos los unos a los otros. La mujer fue inmovilizada por el cuello
con un pañuelo "o similar" y no tuvo "posibilidad alguna de defensa" ni
de gritar para pedir auxilio. De hecho, al segundo o tercer golpe "debió
de quedar inconsciente" y algunos de los impactos se produjeron
mientras ella se desplomaba, antes de caer al suelo.
Por otra
parte, también ha comparecido la médico forense que analizó el estado
mental del procesado, que, según la experta, no presenta alteraciones de
su capacidad cognitiva o volitiva, con lo que es perfectamente capaz de
discernir las consecuencias de sus actos. "Era perfectamente consciente
de lo que había ocurrido y del motivo, que refirió que fue una
discusión con su mujer, con la que ya tenía problemas matrimoniales
previos", ha indicado la perito.
El guardia civil que realizó la
inspección ocular y el reportaje fotográfico de la escena del crimen ha
explicado que cuando llegó al domicilio vio "bastante cantidad de
sangre" en la entrada, a su juicio el lugar central de la agresión, con
manchas de arrastre en el suelo y en la pared, una maceta rota y las
zapatillas de la víctima en diferentes sitios, lo que podría ser
indicativo de que hubo "lucha". El arma homicida, la pata de una cama,
estaba apoyada en una esquina, con lo que no fue arrojada o tirada al
suelo, sino "colocada" en aquel lugar.
Junto al cuarto de baño
encontró distintas prendas de ropa con sangre y otras que al parecer
alguien intentó lavar pero que aún conservaban restos, y en el lavabo
signos de haberse lavado también las manos ensangrentadas.
En el
dormitorio, adonde el guardia civil considera que no pudo llegar la
víctima, también apreció en las sábanas manchas de sangre, aunque
diluidas, como de alguien que se hubiera lavado antes de tumbarse en la
cama.
Como testigos ha declarado el guardia civil que en primer
lugar se personó en el domicilio junto a un policía local, que ha dicho
que vio al acusado "tranquilo", y el médico que lo atendió en el centro
de salud de Alhama, porque aseguró haber ingerido pastillas y lejía tras
matar a su mujer. Según el facultativo, el procesado no tenía los
síntomas típicos de esta ingesta, como los labios quemados, y relataba
con gran "frialdad" que había matado a su mujer con una pata de la cama
que él mismo había desmontado.
En la primera sesión del juicio, el inculpado reconoció que
"perdió el control" pero aseguró que "no recuerda nada", salvo que dio a
su mujer un primer golpe en la cabeza después de que ésta le insultara
en árabe.
Según dijo, aquella mañana, después de que sus tres
hijos se marcharan al colegio, ella comenzó a mover muebles porque tenía
la intención de mudarse a una casa que le había concedido el
Ayuntamiento en régimen de alquiler. Según explicó, él quiso ayudarla,
pero ella le contestó que no quería ni verlo y lo insultó, tras lo que
él se "enfadó mucho" y le arrebató una pata de la cama que llevaba en la
cama, agrediéndola con ella. Después de cambiarse la ropa, que tenía
manchada de sangre, fue a una cabina telefónica y avisó a la Guardia
Civil.
Acusación de la fiscalía
Según consta en el escrito de acusación provisional del Ministerio
Público, al que ha tenido acceso Europa Press, fue sobre las 8,00 horas
de aquel 11 de octubre de hace dos años cuando el acusado, que tenía
tres hijos menores de edad con su mujer, Fatiha E.K., de 37 años, inició
una discusión con ésta motivada por el hecho de que ella estaba
preparando un nuevo domicilio que le había sido concedido en régimen de
alquiler y gestión municipal, al que tenía previsto trasladarse en
compañía de los niños.
En el transcurso de esa discusión, el
procesado, "con intención clara de acabar" con la vida de su esposa, se
situó por detrás de ella "de forma sorpresiva" y la inmovilizó,
agarrándola fuertemente del pañuelo que portaba anudado al cuello para
que no pudiera moverse ni defenderse.
Después, usando una pata
de hierro de cama, cuadrada y hueca, comenzó a golpearla en la cabeza
"de forma indiscriminada" empleando una gran fuerza y propinándole un
total de 17 golpes. Según considera el fiscal, "pretendió aumentar
deliberada e inhumanamente el dolor y el sufrimiento de la víctima",
dado lo prolongado de su acción y el medio empleado.
Una vez
finalizada la agresión, el hombre se duchó y se cambió de ropa dejando
la vestimenta que portaba y que se encontraba manchada de sangre en el
interior de la lavadora, saliendo a la calle a comprar tabaco en un
estanco cercano. A su regreso, desde una cabina telefónica, avisó a la
Guardia Civil. (FUENTE: 20 MINUTOS).
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