Desde su puesta en vigencia, el Gobierno nacional
prorrogó por segunda vez el blanqueo de capitales hasta el 31 de marzo
próximo. Lo hizo con el objetivo de capturar dólares, aun los de dudosa
procedencia, lo que muestra la necesidad de divisas que tiene el país
para afrontar sus compromisos.
Hasta ahora, los resultados que había preanunciado Guillermo Moreno
no se han cumplido. La exigua recaudación de 570,6 millones de dólares
está muy lejos de cifras que se estimaron al menos por cuatro o seis
veces más.
Mientras tanto, el drenaje de divisas no se detuvo y durante 2013 el
Banco Central perdió reservas por más de 12 mil millones de dólares, con
un balance final en el tesoro de sólo 30.586 millones. Si se las
compara con las existentes que se declararon a principios de 2011, meses
antes de que la presidenta Cristina Fernández lograra la reelección, la
caída supone una pérdida de más de 22 mil millones de dólares en sólo
tres años.
¿Cuál es la razón para que la Argentina soportase semejante pérdida
de capital pese a que, en forma paralela, se proclamaba una década
ganada en cuanto a indicadores económicos?
En primer término, la verdad no es otra que la pérdida de confianza
de los argentinos en el valor de la moneda por la existencia de una
inflación que cuadruplica las cifras oficiales y en la propia gestión
del kirchnerismo.
En segundo lugar, las reservas que no se fueron para atesoramiento
personal y turismo de los argentinos se destinaron al pago de
importaciones de energía, que superaron los 12 mil millones de dólares
en el año que pasó.
El Gobierno necesita dólares y en su desesperación resolvió prorrogar
un blanqueo de capitales que no indaga sobre el origen de los fondos ni
los penaliza por haber estado ocultos del pago de obligaciones
impositivas, por lo que en la práctica se beneficia al dinero de dudosa
procedencia y que burló toda norma legal.
La inclusión social de la que se ufana el kirchnerismo es burlada por
operaciones financieras y comerciales que, al no haber pagado los
correspondientes tributos, no aportaron a sostener al Estado y, por
ende, a los más necesitados.
Especialistas alertaron también que el dinero podría proceder de los
tráficos de drogas, personas y armas, sobre los cuales el Gobierno
declama su más absoluto rechazo, aunque en la práctica los beneficia en
forma indirecta al permitir que ese dinero sucio se blanquee en el país.
Los argentinos seguirán prefiriendo el dólar como refugio de valor si
la Presidenta no asume la necesidad de poner en marcha un plan
antiinflacionario, con sus costos en lo social y económico, pero que
evitará que el país se encamine a una crisis. Esta será muy difícil de
afrontar por más que con la nueva exteriorización de capitales ingresen
algunos dólares a las arcas del Banco Central. (FUENTE: LA VOZ, ARGENTINA).
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