¿Hay que prohibir los piropos? En Bélgica esta pregunta tiene una respuesta más clara. El Senado aprobó el pasado mes un texto que permite condenar a multas de entre 50 y 1.000 euros y penas de hasta un año de prisión a aquellos que profieran comentarios sexistas en la vía pública o hagan proposiciones sexuales. De este modo, el país europeo se convierte en el más beligerante contra los piropos, a los que se considera una forma de acoso y en absoluto de galantería.
La viceprimera ministra y ministra de Interior e Igualdad
de Oportunidades de Bélgica, Joëlle Milquet, se muestra orgullosa de
esta decisión, ya que “es la primera vez en el mundo que una ley define
legalmente el sexismo”. Esta normativa refuerza la ‘Ley para la lucha
contra la discriminación entre hombres y mujeres’, aprobada en 2007, y
su idea nació después de que la estudiante belga Sophie Peeters
difundiera el documental ‘Femme de la rue’ (La mujer de la calle) en el
que recogía los constantes improperios recibidos por una mujer por el
hecho de ir sola por el centro de la ciudad. Además de insinuaciones
sexuales de todo tipo, varios hombres la llamaban “puta” o “zorra”. Este
polémico testimonio gráfico movilizó a la sociedad y a los políticos
para pedir “tolerancia cero” con los improperios sexistas. Ya en 2012,
el Ayuntamiento de Bruselas comenzó a aplicar multas de entre 75 y 250
euros a personas que insulten o se propasen con otra en el espacio
público, pero ahora el país va más allá en su lucha contra la impunidad
de las agresiones verbales en la calle.
No ha sucedido lo mismo en otros países. Tras una campaña
de una ONG contra el acoso verbal a las mujeres, el alcalde de Buenos
Aires defendió los halagos groseros, aunque después se arrepintió y se
disculpó a petición de una de sus hijas. Mauricio Macri había afirmado
que a todas las mujeres les gusta escuchar un piropo, incluso "acompañado de una grosería", y sostuvo que no cree a las que dicen sentirse ofendidas por este tipo de comentarios. (FUENTE: EL COMERCIO).
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