viernes, 16 de mayo de 2014

Multa y a la cárcel por lanzar piropos en la calle.


 


¿Hay que prohibir los piropos? En Bélgica esta pregunta tiene una respuesta más clara. El Senado aprobó el pasado mes un texto que permite condenar a multas de entre 50 y 1.000 euros y penas de hasta un año de prisión a aquellos que profieran comentarios sexistas en la vía pública o hagan proposiciones sexuales. De este modo, el país europeo se convierte en el más beligerante contra los piropos, a los que se considera una forma de acoso y en absoluto de galantería. 

La viceprimera ministra y ministra de Interior e Igualdad de Oportunidades de Bélgica, Joëlle Milquet, se muestra orgullosa de esta decisión, ya que “es la primera vez en el mundo que una ley define legalmente el sexismo”. Esta normativa refuerza la ‘Ley para la lucha contra la discriminación entre hombres y mujeres’, aprobada en 2007, y su idea nació después de que la estudiante belga Sophie Peeters difundiera el documental ‘Femme de la rue’ (La mujer de la calle) en el que recogía los constantes improperios recibidos por una mujer por el hecho de ir sola por el centro de la ciudad. Además de insinuaciones sexuales de todo tipo, varios hombres la llamaban “puta” o “zorra”. Este polémico testimonio gráfico movilizó a la sociedad y a los políticos para pedir “tolerancia cero” con los improperios sexistas. Ya en 2012, el Ayuntamiento de Bruselas comenzó a aplicar multas de entre 75 y 250 euros a personas que insulten o se propasen con otra en el espacio público, pero ahora el país va más allá en su lucha contra la impunidad de las agresiones verbales en la calle.

No ha sucedido lo mismo en otros países. Tras una campaña de una ONG contra el acoso verbal a las mujeres, el alcalde de Buenos Aires defendió los halagos groseros, aunque después se arrepintió y se disculpó a petición de una de sus hijas. Mauricio Macri había afirmado que a todas las mujeres les gusta escuchar un piropo, incluso "acompañado de una grosería", y sostuvo que no cree a las que dicen sentirse ofendidas por este tipo de comentarios. (FUENTE: EL COMERCIO).

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