lunes, 12 de mayo de 2014

La entrada en hibernación explicaría la supervivencia de un polizón aéreo.

La epopeya del polizón de 16 años que salió con vida después de volar 4.000 kilómetros durante cinco horas y media oculto en el compartimento del tren de aterrizaje de un Boeing 767 podría ser la evidencia más palpable de que el ángel de la guarda es algo más que una figura retórica. Cuando los primeros fragmentos de la historia salieron a la luz hace quince días, hubo muchos especialistas en medicina que no le dieron crédito y que dictaminaron que aquello solo podía ser el producto de una fantasía de adolescente. Es imposible, aseguraron, sobrevivir a un viaje así porque el hueco donde se aloja el tren de aterrizaje no está presurizado y mucho menos climatizado, y a 11.000 metros de altura apenas hay oxígeno y las temperaturas rondan los 50 grados bajo cero. 




Cuando las grabaciones de las cámaras de seguridad de los aeropuertos de San José (California) y Maui (Hawai) -que se han hecho públicas esta última semana- confirmaron la versión del chaval, hubo que buscar una explicación a un fenómeno que tenía mucho de milagroso. A falta de la versión de los médicos que le atendieron después de su peripecia, todo parece indicar que el polizón entró durante el vuelo en un estado de inconsciencia que redujo al mínimo sus constantes vitales, un fenómeno parecido al de los animales que hibernan durante los meses fríos. Un portavoz del FBI confirmó que el joven se desmayó poco después de que el avión despegase y que solo se despertó una hora después del aterrizaje. Al prodigio de sobrevivir sin oxígeno y a temperaturas tan extremas habría que sumar los de no haber sido aplastado por las enormes ruedas del aparato ni haber caído al vacío cuando la portilla del tren se abrió para el aterrizaje.

Todo comenzó en la madrugada del 20 de abril. El chaval, de origen somalí, se escapó de la casa en la que reside junto a su padre y su madrastra, situada en los alrededores del aeropuerto de San José, en el corazón de Silicon Valley. Saltó las vallas de seguridad de la terminal aérea y burló todas las medidas de vigilancia hasta que se refugió en los bajos del avión más próximo, un Boeing 767 de la compañía Hawaiian Airlines. El aparato despegó a las ocho de la mañana, poco después del amanecer, y viró a poniente sin que sus tripulantes percibiesen ninguna anomalía. El viaje hasta Hawai tuvo la duración habitual, en torno a las cinco horas y media, y el aterrizaje se desarrolló también sin sobresaltos. 

Hacía ya más de una hora que la tripulación y los pasajeros habían abandonado la aeronave cuando el personal de seguridad detectó a un chaval deambulando entre los aviones estacionados en la terminal con signos de desorientación. El joven, que se expresaba en un correcto inglés, les preguntó a ver dónde estaba y les contó una historia a la que no dieron mucha credibilidad. Pensaron que podía tratarse de un ladronzuelo o incluso de algún chaval que había vivido una noche demasiado agitada, pero la repetición continuada de la misma versión y la precisión de los detalles que la adornaban llevaron a los agentes a realizar varias comprobaciones. 

Cuando desde el aeropuerto de San José les confirmaron que una de sus cámaras de seguridad había recogido las imágenes de un adolescente saltando sus vallas de madrugada comprobaron que lo que decía el chaval tenía más visos de verosimilitud de lo que habían sospechado. Otra grabación de sus propias cámaras que mostraba al joven cerca del tren de aterrizaje del avión de Hawaiian Airlines despejó las últimas dudas: por muy increíble que pudiese parecer, la versión que había sostenido desde el principio el chaval era cierta. El adolescente fue trasladado a un hospital y puesto bajo la custodia del departamento de menores mientras se notificaba lo ocurrido a su familia.

Según lo que ha trascendido, el chaval ignoraba por completo el destino del avión en el que buscó refugio. Al parecer, su comportamiento podría tener que ver con una traumática separación de sus padres –su madre estaría en un campo de refugiados de Etiopía– aunque esa explicación tiene muchos espacios en blanco.(FUENTE: EL CORREO).



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