EL interno 323 de la cárcel Sevilla
II, localizada en Morón de la Frontera, aseguran los psicólogos que
testaron y estudiaron su personalidad en distintos y exhaustivos
exámenes, es una persona "presumida, egocéntrica pero, sobre todo,
manipuladora". Su capacidad para estrujar la realidad y distorsionarla,
para voltearla y adaptarla a su medida, para enfocarla desde su
caleidoscopio, es, probablemente, el mayor rasgo distintivo del preso
323, un joven de apenas 20 años cuando cometió un crimen al que todavía
le faltan varios párrafos para cerrarlo debidamente. No existe epílogo
para la mente manipuladora y perversa del 323, el número que distingue e
identifica a Miguel Carcaño en el presidio, donde cumple una condena de
21 años y 3 meses por el asesinato de Marta del Castillo, cuyo cuerpo
sigue sin aparecer cuatro años después de su asesinato. A pesar de la
petición expresa de los padres de la joven al asesino de su hija para
que diga dónde está, Carcaño no cede ni un milímetro. El homicida,
sereno, cómodo, continúa inalterable en su baile de máscaras, en su
ceremonia de la confusión. Carcaño ofreció esta semana un novedoso
relato de los hechos ocurridos el 24 de enero de 2009, día del crimen,
en el piso de la calle León XIII que le eximiría de la autoría del
crimen. Es la séptima versión expuesta por Miguel Carcaño desde que
fuera detenido a mediados de febrero de 2009 por la muerte de la joven
sevillana.
En el último capítulo, fechado el pasado lunes, el condenado,
inopinadamente, acusó directamente a su hermanastro, Francisco Javier
Delgado, absuelto con anterioridad, como autor material del asesinato de
la joven, a la que, según Carcaño, golpeó en la cabeza con la culata de
una pistola hasta causarle la muerte. En la misma secuencia, Miguel
explicó ante el juez que Marta del Castillo se interpuso en la discusión
que ambos mantenían por dinero y Francisco Javier, en un arrebato, la
mató. Después, siempre según el asesino confeso de Marta del Castillo,
los dos trasladaron el cuerpo de la chica y lo enterraron en una zanja
entre escombros de La Rinconada, una localidad a las afueras de
Sevilla. Con los datos aportados por Carcaño se trasladó un dispositivo
para la búsqueda del cuerpo, que, otra vez, resultó infructuosa como
anteriormente fueron la búsqueda en el río Guadalquivir, en el vertedero
de Alcalá de Guadaira o la realizada en una arboleda de Camas.
A
diferencia de anteriores confesiones, la última introduce un elemento
diferenciador que se destaca por el encima del bosque de la detención y
del juicio, donde a los acusados les asiste el derecho de mentir en su
defensa. El relato del asesino se produce dentro de un contexto muy
determinado, con Miguel Carcaño sentenciado, preso entre rejas para los
próximos 20 años, lo que podría validar cierta veracidad a sus palabras
puesto que el reo no tiene nada que perder y por el contrario sí tiene
mucho que ganar en caso de un vuelco en los hechos de la noche de autos,
algo que provocaría un giro excepcional. Aunque las circunstancias son
otras, más favorables para nutrir de cierto fundamento su discurso,
resulta suficiente para creer a Miguel Carcaño después de sus numerosos y
modificadas versiones a lo largo de este tiempo. ¿Posee credibilidad a
estas alturas el asesino de Marta del Castillo?
Hasta ahora, su hoja de ruta durante el desarrollo del caso
desautoriza por completo a Miguel Carcaño, cuya credibilidad es nula. De
hecho, su primer abogado, Antonio Jiménez, del bufete sevillano
Carrión-Jiménez, renunció a su representación ante la imposibilidad de
consensuar una estrategia común de defensa para su cliente. Los
continuos cambios de versión de Miguel Carcaño sobre el asesinato de
Marta del Castillo condenaron esa relación entre el letrado y el
encausado. Quebrantada esa unión, el crédito del joven se deterioró a
medida que incluía nuevas variaciones a su primera confesión. Aún en
cuarentena, la última narración de Miguel Carcaño ofrece para los
investigadores del caso cierta luz sobre algunos ángulos muertos de la
reconstrucción de los hechos, que todavía sigue siendo inexacta en
varios puntos por la ausencia de un único y verificable relato que
determine con exactitud qué ocurrió en las horas posteriores al crimen,
las más confusas.
una maraña Para la
Policía, -desquiciada y enredada durante la investigación por las mil y
un versiones aportadas por Carcaño y otros personajes secundarios de la
trama, El Cuco, Samuel Benítez, Francisco Delgado, la
novia de éste, María García, que también han dimensionado la maraña-, la
declaración incorpora varios elementos válidos que podrían iluminar
ciertos pasajes para los investigadores, que han hecho énfasis en la
disputa por la hipoteca impagada del piso situado en la calle León XII.
Según Carcaño, su hermano le afeó por el hecho de gastarse el dinero de
una cuenta reservada (existía un descubierto) para los gastos
hipotecarios de la vivienda. Esa sería la espoleta de la discusión entre
los hermanos y en la que, supuestamente, intervino Marta del Castillo.
Además del asunto bancario, otro factor importante para la
Policía es el lugar donde se situaría el cuerpo según la última
aportación de Carcaño. Opinan los investigadores que una vez asesinada
la joven, para deshacerse del cuerpo, quiénes estuvieron involucrados
dispusieron apenas de una hora para abandonar el escenario del crimen
tal y como queda constatado por los testimonios recopilados y por el
registro telefónico de las llamadas que se realizaron aquella noche. La Rinconada,
donde sitúa Carcaño la ocultación del cuerpo, se encuentra dentro de la
vía de escape más rápida de Sevilla partiendo desde la calle León XIII.
Del listado telefónico, los investigadores deducen que las llamadas
realizadas por el hermano de Carcaño a su novia trataban de disuadir a
ésta para que no asomara por el piso en el que todavía se encontraba el
cadáver de Marta del Castillo.
Ocurre que ni la Fiscalía de Sevilla ni el juez, Francisco de
Asís Molina, que ha archivado la diligencia, dan crédito a la enésima
versión ofrecida por Miguel Carcaño después de que el condenado, que
confesó el asesinato en un primera declaración, haya navegado durante el
proceso variando su discurso sin disimulo alguno, como si fuera el
guionista y actor principal de una obra de teatro. Alegó en su ultima
intervención que el traslado del cuerpo de la víctima se realizó en el
coche de la exmujer de su hermano. Sin embargo, la Policía no encontró
ningún rastro al respecto como sí lo hicieron en el coche de la madre de
El Cuco, donde hallaron manchas de sangre del ADN de Marta del Castillo. Además, en su nuevo testimonio, Carcaño aseguró que El Cuco
huyó del piso en cuanto vio el cuerpo de la joven. En anteriores
versiones, Carcaño había involucrado a su amigo como cómplice o
directamente como asesino. Con todo, el andamiaje del más reciente
relato de Carcaño lo corroe el hecho de que los resultados de la
búsqueda del cuerpo de Marta en La Rinconada hayan resultado nulos. Nada nuevo, por otra parte, en el devenir del caso, un misterio irresoluble.
Las múltiples versiones, la sala de espejos trucados donde se
refleja cada declaración Carcaño, representan el nudo gordiano de una
tragedia inacabada para la familia de Marta del Castillo, cuyo cuerpo
todavía no ha sido localizado después de años de investigación y de
rastreo. A Miguel Carcaño los peritos atribuyen una inteligencia "media
o baja". El joven es la llave maestra para abrir las puertas que
encierran el laberíntico caso, donde los investigadores siempre han ido a
rebufo de las ocurrencias del asesino, que según los psicólogos
"siempre antepone su beneficio al del resto". Capaz de alterar su
apocado discurso en siete ocasiones, en los que ha implicado a sus
amigos para después sacarlos del tablero de ajedrez, a Carcaño no se le
acelera el pulso. Esa recopilación de medias verdades, de insinuaciones,
de vaguedades, de jugar al escondite, han marcado un crimen en siete
actos. (FUENTE: DEIA).