El juez Enrique Morell ha decretado el ingreso en prisión, sin
fianza, de Juan Manuel Morales Sierra, de 21 años, acusado de los
delitos de tenencia de explosivos y tentativa de estragos. Los tipos
máximos de esos delitos superan los 20 años de cárcel. Morales Sierra ha
declarado ante el juez que iba a actuar el 20 de abril, aniversario de la matanza de Columbine de 1999.
El detenido llegó a los juzgados, esposado, con la cara alta y una
sonrisa contenida, mientras varias personas le insultaban. En el
interrogatorio de cuarenta minutos ante el juez y el fiscal, ha hablado
con profusión, ha asumido los cargos contra él y se ha mostrado
colaborador con la justicia, según su abogada.
Morales fue arrestado el pasado miércoles en la puerta de su casa en Palma de Mallorca
cuando se disponía a recoger parte de los 140 kilos de sustancias
químicas que había comprado por Internet, con la intención de fabricar
explosivos. Había planeado hacer estallar artefactos cilíndricos en el
campus de la Universidad de las Islas Baleares UIB en Mallorca y
provocar una matanza el próximo 20 de abril, coincidiendo con el
aniversario de la masacre de Columbine (Colorado, Estados Unidos), en
1999, en la que fallecieron 12 estudiantes y un profesor de un
instituto.
El juez Morell conocía los entresijos del caso porque a lo largo de
cinco meses supervisó la investigación de la policía, que vigiló los
movimientos del sospechoso e interceptó sus comunicaciones telefónicas y
en la red. Así se detectó su adquisición de componentes para fabricar
bombas. Un periodista venezolano advirtió desde Japón a la policía local
de Palma de la pulsión violenta que el joven mostraba en la red.
Morales calificó de “ídolos” a los autores de la matanza de
Columbine. La policía llamó a la operación Columbainero por la “total
admiración” del implicado por aquel crimen. En el dietario manuscrito
intervenido en su casa, plasmó su supuesto plan criminal, que pretendía
culminar con su suicidio.
Exestudiante de informática y tecnología en Formación Profesional,
aficionado a la guitarra, presente en distintos clubes de amigos en la
red y asiduo en foros digitales de ultraderecha, gastó unos 1.000 euros,
de los 7.000 que ganó en juegos de póker online, en la compra de las
sustancias químicas para fabricar explosivos. Adquirió los elementos a
una fábrica a la que dijo, por teléfono, que realizaba un proyecto para
la universidad. Durante una semana fue un lector atento de Mein Kampf, de Adolf Hitler, en la biblioteca de Palma, donde en siete años nadie había solicitado tener acceso a esa obra nazi. (Fuente: El País).
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