La Audiencia de Gipuzkoa juzgará a partir de hoy a
tres personas presuntamente implicadas en el asesinato de un vecino de
Erandio de 64 años, a quien fracturaron el cráneo con un martillo y
luego arrojaron su cadáver a una sima de Azkoitia. La Fiscalía pide para
los acusados penas que suman 64 años de prisión, la misma edad que
tenía la víctima.
El caso se conoce como el 'crimen de la sima'. Se
perpetró en junio de 2009, si bien de lo ocurrido no se tuvo noticia
hasta un mes después. El cadáver fue descubierto por tres espeleólogos
catalanes en el interior de la cavidad Bide Gorri, próxima al alto de
Azkarate, en la zona de Madarixa. El cuerpo se hallaba a unos noventa
metros de profundidad envuelto en unas mantas atadas con bridas.
La víctima era Ignacio Pascual Hernández, de 64 años,
vecino de Erandio y apodado 'Demonio'. Los tres imputados son los
elgoibartarras Felipe R.A., de 42, Juan Carlos F.D., de 47, y Oscar
D.C., de 35 años. Este último, natural del municipio de Gorliz, está
considerado presunto inductor de los hechos. El móvil fue un ajuste de
cuentas por drogas.
Según el escrito de acusación de la Fiscalía de Gipuzkoa,
los tres acusados quedaron el 12 de junio de 2009 con la víctima para
que les entregara una cantidad de dinero, toda vez que el presunto
cabecilla del grupo atravesaba por dificultades económicas. Los
inculpados convencieron al fallecido para que se desplazara hasta
Elgoibar, donde según le dijeron, iban a cerrar un operación de droga.
Una vez en el municipio guipuzcoano, condujeron a la víctima hasta la
sede de la empresa Speedline, propiedad de Felipe R.A.
El inductor del crimen habría manifestado a Felipe, a
quien conocía de anteriores actividades relacionadas con la venta de
estupefacientes, su intención de acabar con la vida de Ignacio Pascual.
El dueño del taller, no obstante, se opuso a tomar parte en el plan, si
bien, ante la insistencia del inductor del delito, habría accedido
únicamente a que se le diera una paliza.
El día del crimen, el cabecilla viajó desde Bizkaia hasta
Elgoibar con Ignacio Pascual. Por la mañana, llegaron a la nave
industrial de la localidad, en cuyo interior se encontraban los otros
dos encausados. La Fiscalía no tiene la menor duda de que fue una
encerrona.
Una vez dentro del pabellón, mientras tomaban una
cerveza, el presunto instigador propinó de manera sorpresiva un empujón a
la víctima, que quedó colgada de la barandilla que da acceso al sótano.
Seguidamente, cogió una bombona de gas para sopletes y le asestó un
golpe en la cabeza. A continuación, se hizo con un martillo de bola y le
dio más golpes. Ignacio Pascual falleció allí mismo.
Mientras se cometía el crimen, el tercero de los
acusados, empleado de la empresa, cortaba tubos con una rotaflex para
evitar que los gritos de la víctima se escucharan.
Se quedaron con la cartera
Tras asesinarle, y para ocultar todo rastro, arrojaron un
bote de pintura sobre la sangre. Seguidamente, cubrieron la cabeza del
fallecido con una bolsa de basura y envolvieron el cuerpo con tres
mantas ignífugas que ataron con bridas de electricista, según precisa la
Fiscalía.
Antes de ocultar el cuerpo, los acusados le retiraron la
cartera y le sustrajeron el dinero que la víctima portaba, unos 400
euros. Seguidamente, cargaron el cadáver en una furgoneta Renault
Traffic propiedad del dueño del taller y se desplazaron hasta la sima de
Azkoitia con la intención de desprenderse del cuerpo. Sin embargo, una
vez allí decidieron arrojarlo más tarde, «ya que era de día y alguien
podía verles», precisa el escrito fiscal.
Los tres inculpados se fueron a comer al bar Bodegón de
Elgoibar, donde se repartieron el dinero que habían sustraído al
fallecido, y con el resto pagaron la comida.
Los acusados esperaron hasta la noche para deshacerse del
cadáver. La investigación policial permitió conocer que la idea de
arrojar el cuerpo en la sima Bide Gorri de Azkoitia fue proporcionada
por el trabajador implicado. Su afición a recoger setas hacía que fuera
un buen conocedor de la zona donde se localiza la cavidad natural.
Los inculpados utilizaron para el traslado dos vehículos.
Uno, un Audi A-4, propiedad del dueño del taller, hizo las veces de
lanzadera, mientras que en la furgoneta transportaron el cadáver. Una
vez frente en la sima, los acusados dejaron caer el cadáver de Ignacio
Pascual al vacío. El cuerpo fue hallado el 6 de agosto por tres
espeleólogos catalanes. (FUENTE: EL CORREO).
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