¿A qué abogado quieren que llamemos?», preguntaron los agentes a los detenidos de la «operación Pozzaro»
en Tenerife. Los mafiosos no dudaron: «Al nuestro, a Domenico de
Giorgio». «Ah, pues aquí lo tienen. Está en la habitación de al lado,
arrestado como ustedes por blanquear dinero para la Camorra», respondió
con sorna uno de los investigadores. Domenico de Giorgio intentó ser político en las pasadas municipales.
Se apuntó a las listas del PP de Adeje (Tenerife), pero al final se
cayó, no está claro si porque decidió retirarse a iniciativa propia o
porque los populares se enteraron de sus amistades con los camorristas
napolitanos del «clan Nuvoletta». Llegaron a organizar una convención
del PP en el complejo «Marina Palace», el eje de los negocios mafiosos.
«Los camorristas querían meterse en los ayuntamientos para tener acceso a las licencias y a la vida pública,
tal y como hacen en su territorio donde lo controlan todo», explican
fuentes de la investigación. Las intervenciones telefónicas lo
atestiguan. Cuando se produjo ese movimiento, en marzo pasado, se desató
el nerviosismo. No se ha podido probar si la orden llegó expresamente
de los jefes en Italia, pero la Mafia había estado a un paso de entrar
en la política municipal. Ni más ni menos que los métodos italianos
trasladados a Tenerife.
«No salió la jugada»
Al
no conseguir su objetivo, De Giorgio perdió nivel y poder en el grupo.
Casi le dieron la espalda. «Los jefes lo veían como un medio útil. Bien
relacionado con políticos locales y además abogado, pero no salió la
jugada», señalan los investigadores. Con todo, el abogado italiano es
una pieza más en la estructura desmantelada por Policía y Guardia Civil
desde el pasado octubre, cuando arrestaron a catorce camorristas en
Tenerife. El último en caer ha sido Pietro Nocera, el jefe financiero del «clan Nuvoletta»,
uno de los principales de la Camorra napolitana. Nocera quería dar la
bienvenida a 2012 fuera de Italia. El 28 de diciembre acudió a una
comisaría de Marano para hacerse el pasaporte y allí mismo le colocaron
las esposas. La Audiencia Nacional española lo reclamaba como el cerebro
económico del clan.
El
capo se había librado de la «operación Pozzaro», que el pasado 18 de
noviembre apartó de la circulación a destacados miembros de las familias Nuvoletta y Polverino, asentadas en Tenerife.
Los municipios de Adeje y Arona eran su retiro dorado y su cuartel
general para blanquear millones de euros a través de la especulación
inmobiliaria, la venta de barcos y últimamente el ocio, desde
restaurantes hasta un reciente prostíbulo, bautizado como «Bugatti».
El entramado societario alcanza a una treintena de empresas, aunque el núcleo gira en torno a una decena. Al frente del negocio estaba el viejo camorrista Giuseppe Felaco,
que ya había saldado sus cuentas de sangre en Italia y se había
retirado a gestionar patrimonio a Tenerife para los clanes napolitanos.
El 18 de octubre, después de casi un año tras ellos, más de dos
centenares de agentes de Policía y Guardia Civil pusieron patas arriba
el complejo turístico y residencial «Marina Palace» en Adeje, unos 5.000
apartamentos construidos por Felaco en 2001.
Catorce
detenidos (doce italianos, un marroquí y una británica, amante de uno
de los jefes), cuentas corrientes embargadas, veintisiete coches
intervenidos, la mayoría de lujo, y siete barcos son los números de
«Pozzaro». España ya había arrestado a muchos mafiosos italianos,
pero era la primera vez que dirigía desde aquí una operación, gracias a
un acuerdo firmado entre la Fiscalía contra la Corrupción y la
Criminalidad Organizada y la Dirección Antimafia Italiana. Casi diez
meses de pinchazos telefónicos, ordenados por el Juzgado número 6 de la
Audiencia Nacional, eran hasta ahora algo inusual.
Cierto
que estas intervenciones no sirvieron de gran ayuda. Los camorristas
eran amigos y se veían casi a diario, de forma que no necesitaban el
teléfono. Cuando hablaban desde la «tierra de los toros» —como llaman a España— con
los «inversores» italianos solo se deslizaba información de trámite,
alguna referencia al «clan Nuvoletta» y poco más. «Con este sigilo,
meterse en su mundo cerrado, casi de claustro en torno al Marina Palace,
resultaba una temeridad a priori», analiza uno de los investigadores.
Los
camorristas detenidos tenían el vínculo del dinero y la sangre.
Giussepe Felaco, el constructor del complejo, era el jefe actual.
Miembro de la familia Nuvoletta a través de su mujer María Miccelino, se
había instalado en el «Marina Palace» con sus dos hombres de confianza: Ricardo Capazzo y Mario Varriales.
«Hombres de fuego»
Los
tres «hombres de fuego», asesinos en su juventud, gozaban de la
confianza del clan y dirigían las inversiones: construcción, compraventa
y alquiler de terrenos e inmuebles destinados a lavar dinero en
Tenerife de los clanes «Nuvoletta» y «Polverino». Sus hijos Luigi Felaco, Alexandro Capazzo y Stefano Varriales,
también asentados en Adeje, estaban llamados a seguir su mandato, sobre
todo el primero, que logró escapar de la operación y está en busca y
captura.
Felaco
había sucedido al frente del clan a Armando Orlando, ahora detenido,
cuyas inversiones no gustaron a los jefes italianos. Pero Orlando
continuaba en Tenerife ligado al clan y controlando a su vez a su
sucesor por orden del financiero Pietro Nocera. «No se entiende el
funcionamiento de este holding criminal y empresarial sin esos lazos de sangre que ellos llevan a gala»,
explica un comandante de la Guardia Civil. Felaco, Orlando y Nocera ya
habían sido detenidos en España en la pasada década por reclamación de
Italia, pero estaban en libertad.
A mediados del año pasado, los investigadores se enteraron de que el jefe, Giuseppe Felaco, tenía cáncer.
Su estado se agravó después del verano. Apenas podía hacerse cargo ya
de los negocios. Aún era pronto para tirar de la operación y le dejaron
marchar. Tras despedirse de su amante, la británica Sily R., Felaco
viajó a su mansión del lago Como, cerca de la de George Cloney y otros
potentados. De allí, a su casa de Marano, pegado a su querido Nápoles y a
su esposa de toda la vida, una «Nuvoletta» de sangre.
Unos
días después de que los investigadores arrestaran a su gente en
Tenerife, los carabinieri se presentaron en su retiro y le informaron de
que estaba en arresto domiciliario. No hubo tiempo ni de hablar con él.
Poco antes de que el juez y un comisario fueran a interrogarlo, Felaco,
el hombre de fuego, el jefe de los camorristas de Tenerife, murió
devorado por la enfermedad. Su hijo está huido y sus socios y amigos con
los que compartía vida, delincuencia, mesa y mantel en cárceles
españolas. En su comunidad de viviendas, en Adeje, deben 40.000 euros de
recibos de agua. (FUENTE: EL PAÍS).
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