Esta semana se celebra en la Audiencia Provincial de Cádiz el
juicio contra tres acusados de falsificar billetes de 50 euros y
ponerlos en circulación realizando compras en diferentes
establecimientos hosteleros de la capital gaditana.
Según consta en el escrito de calificación, los hechos ocurrieron entre finales de febrero y comienzos de marzo de 2010, cuando un primer sujeto procedió a fabricar en su propio domicilio al menos diez billetes por valor de 50 euros cada uno. Para ello empleó una impresora multifunción, un papel que simulaba al del dinero real y una fina hoja metálica para imitar el holograma, de tal manera que a simple vista parecían billetes de curso legal. Por estos hechos la Fiscalía le imputa un delito de falsificación de moneda y pide una pena de ocho años y seis meses de prisión.
Por otra parte, las calificaciones previas recogen que otro individuo distribuyó estos ejemplares ilegítimos en pocos días pagando con ellos un par de consumiciones en un bar, si bien la mayor parte de las estafas las llevó a cabo realizando pedidos de comida a domicilio por teléfono y haciéndoles entrega a los repartidores de los billetes falsos para abonar la cuantía, con lo cual se lucraba tanto con los productos recibidos como con el dinero metálico procedente del cambio de lo que encargaba.
Así pues, ocurrió que, en varias ocasiones, el acusado pagó el importe del pedido con dinero ilegal, no percatándose el repartidor de la falsedad del mismo hasta que no regresaba al establecimiento de origen, donde el encargado -ante la duda- confirmaba sus sospechas de fraude utilizando luces ultravioletas y otros métodos de autentificación. En ese momento llamaban por teléfono al procesado, que se limitaba a negarlo todo y a colgar. Otros empleados optaron también por volver al domicilio indicado por el supuesto estafador como lugar de entrega, no consiguiendo que les abrieran la puerta. Incluso llegó a darse el caso de que el inmueble señalado ni siquiera existía, pues el procesado abordaba a los repartidores en plena calle, concretamente en el portal de determinados bloques, aduciendo que el telefonillo no funcionaba.
Dada la reiteración con que actuaba este individuo y con el fin de evitar que lo descubrieran, decidió conchabarse con una mujer -la tercera procesada- para facilitar el domicilio de ésta a la hora de realizar los pedidos telefónicos. Por lo tanto, tal y como aparece en las calificaciones fiscales, la denunciada no sólo era conocedora de la falsedad de los billetes, sino que contribuyó a distribución.
La Fiscalía solicita para el segundo enjuiciado cinco años de prisión por un delito de tenencia y adquisición de moneda falsa para su distribución posterior y un año por un delito continuado de estafa. Sobre la tercera procesada recae una infracción penal de falta continuada de estafa, y como cómplice del delito anterior el Ministerio Fiscal pide tres años de cárcel. (FUENTE: DIARIODECÁDIZ).
Según consta en el escrito de calificación, los hechos ocurrieron entre finales de febrero y comienzos de marzo de 2010, cuando un primer sujeto procedió a fabricar en su propio domicilio al menos diez billetes por valor de 50 euros cada uno. Para ello empleó una impresora multifunción, un papel que simulaba al del dinero real y una fina hoja metálica para imitar el holograma, de tal manera que a simple vista parecían billetes de curso legal. Por estos hechos la Fiscalía le imputa un delito de falsificación de moneda y pide una pena de ocho años y seis meses de prisión.
Por otra parte, las calificaciones previas recogen que otro individuo distribuyó estos ejemplares ilegítimos en pocos días pagando con ellos un par de consumiciones en un bar, si bien la mayor parte de las estafas las llevó a cabo realizando pedidos de comida a domicilio por teléfono y haciéndoles entrega a los repartidores de los billetes falsos para abonar la cuantía, con lo cual se lucraba tanto con los productos recibidos como con el dinero metálico procedente del cambio de lo que encargaba.
Así pues, ocurrió que, en varias ocasiones, el acusado pagó el importe del pedido con dinero ilegal, no percatándose el repartidor de la falsedad del mismo hasta que no regresaba al establecimiento de origen, donde el encargado -ante la duda- confirmaba sus sospechas de fraude utilizando luces ultravioletas y otros métodos de autentificación. En ese momento llamaban por teléfono al procesado, que se limitaba a negarlo todo y a colgar. Otros empleados optaron también por volver al domicilio indicado por el supuesto estafador como lugar de entrega, no consiguiendo que les abrieran la puerta. Incluso llegó a darse el caso de que el inmueble señalado ni siquiera existía, pues el procesado abordaba a los repartidores en plena calle, concretamente en el portal de determinados bloques, aduciendo que el telefonillo no funcionaba.
Dada la reiteración con que actuaba este individuo y con el fin de evitar que lo descubrieran, decidió conchabarse con una mujer -la tercera procesada- para facilitar el domicilio de ésta a la hora de realizar los pedidos telefónicos. Por lo tanto, tal y como aparece en las calificaciones fiscales, la denunciada no sólo era conocedora de la falsedad de los billetes, sino que contribuyó a distribución.
La Fiscalía solicita para el segundo enjuiciado cinco años de prisión por un delito de tenencia y adquisición de moneda falsa para su distribución posterior y un año por un delito continuado de estafa. Sobre la tercera procesada recae una infracción penal de falta continuada de estafa, y como cómplice del delito anterior el Ministerio Fiscal pide tres años de cárcel. (FUENTE: DIARIODECÁDIZ).
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