Las características de una dentadura no sólo pueden ayudar a
identificar el cadáver de una persona calcinada, momificada o en estado
de descomposición; una mordida también puede a culpar o salvar a un
sospechoso. Ése es el trabajo que desde hace 11 años realiza el
odontólogo forense Alejandro Hernández-Cárdenas Rodríguez en el
Laboratorio de Ciencias Periciales de Ciudad Juárez. “Mi trabajo es buscar en los cadáveres características
odontológicas de identificación, como tratamientos dentales, mal
posición en los dientes, fracturas o ausencias dentales”, explicó.
La posición de los dientes, el tamaño y la forma son
características especiales que pueden ayudar a identificar a una persona
e incluso a través de los terceros molares también se puede saber la
edad. Durante los últimos años que se vivieron de violencia en la ciudad su trabajo se multiplicó, aseguró el doctor.
Éste fue el caso de las 560 personas que de acuerdo a
seguimientos periodísticos han sido inhumadas de 2008 a la fecha, y a
las que se realizó la necropsia oral para facilitar su identificación en
caso de que sus familiares reclamen el cuerpo. Un problema es que en Ciudad Juárez los odontólogos
privados no tienen la costumbre de tener los expedientes de sus
clientes, como ocurre por ejemplo en Estados Unidos, y a veces la
familia tampoco conoce sus características dentales, señaló el
especialista.
Hernández-Cárdenas trabaja tanto en cadáveres recientes, como en calcinados, momificados o putrefactos. “La mayoría de las veces cuando hay cadáveres recientes no
hay necesidad, pero sí presentan ciertas alteraciones las
características dentales nos dan mucha información para la
identificación”.
En los casos donde más se aplica la odontología forense es
donde existen víctimas que antes de morir sufrieron una violación
sexual, ya que es común observar mordidas en los senos.
“El violador le infringe una o varias mordidas, se toman
las características, se hacen los moldes y se hace el cotejo con las
lesiones para determinar si el sospechoso fue quien mordió”. Primero se toma una muestra, porque si existe una mordida
también hay rastros de saliva y células de escamación que pueden dar el
perfil genético del agresor. Si la persona tiene gingivitis al morder o succionar también deja sangre, lo que facilita la identificación del responsable.
Posteriormente se analiza la mordida, “se hace un dibujo a
calca con las características de mil maneras y se fija esa mordida para
que en el momento que tengan un sospechoso se haga el cotejo”, señaló. “He tenido casos en donde hay hasta 11 sospechosos y a
todos se les toman las impresiones y se cotejan; puede ser que una
persona nada más cometió la mordida pero también puede ser que la
víctima tiene varias mordidas de diferentes personas”.
A veces lo primero que hace la víctima es bañarse, por lo
que se pierden los rastros de saliva, pero quedan las huellas de las
mordidas. “Me tocó el caso de una joven que acusaba a un muchacho de
haberla violado, y traía una mordida en el brazo… ya lo iban a
consignar a él, era un estudiante de nivel de excelencia, pero a la hora
de checar la coincidencia de la mordida no coincide y le pido a ella
que me muestre sus dientes y ella se había mordido para acusarlo porque
el muchacho no le quería hacer caso”, recordó.
La odontología forense también se aplica en otros delitos
como riñas, accidentes automovilísticos o atropellos donde se dañe el
área dental. Hernández-Cárdenas realiza un pronóstico de las lesiones,
consecuencias al masticar, hablar e incluso anímicamente, y luego hace
un plan de tratamiento, con los costos similares al mercado.
“Lo que menos me gusta son los problemas contra odontólogos por malas prácticas o fraudes, hay muchos”, confesó. Recordó un caso de homicidio en el que existió una supuesta riña y antes de morir la víctima mordió a uno de sus agresores. “Un detenido decía que la víctima los amenazó a él y a su
amigo con un cuchillo, que estaban parados frente a frente y que la
víctima se agachó y lo mordió y éste le dio la puñalada”, pero al hacer
la necropsia oral se descubrió otra cosa.
“Tenía aquí el cadáver, hago un molde de la dentadura, fui
a los separos e hice la mordida, pero veo que -está a la inversa-, no
podrían estar parados de frente como él decía; lo que me indica es que
la víctima estaba acostada y el otro encima de él; lo estaban sometiendo
entre dos, uno lo estaba deteniendo mientras otro le daba puñaladas y
él se desesperó y lo mordió”, explicó Hernández-Cárdenas.
El médico cirujano dentista, egresado de la Universidad
Autónoma de Ciudad Juárez (UACJ), cuenta con un diplomado en
Estomatología Legal y Forense y la maestría en Ciencias Forenses. Antes de ingresar a la Universidad, fue voluntario en la
Cruz Roja y en 1977 chocó en Villa Ahumada una pipa de gasolina contra
un tren Autovía, que iba de Juárez a Chihuahua.
“Dicen que iban 47 personas, pero nada más se recuperaron
como 24 cuerpos calcinados, los demás se consumieron con el fuego y nos
pidieron a las ambulancias de la Cruz Roja que trasladáramos los
cadáveres”, recordó.
En ese tiempo el anfiteatro estaba en el Hospital General,
“los médicos forenses nos pidieron que colocáramos los cadáveres en el
piso y que les ayudáramos a quitar pulseras, anillos y relojes que
pudieran ser útiles para la identificación, pero al no encontrar muchas
cosas un doctor dijo que les ayudáramos con las características dentales
y fue ahí donde yo decidí que me gustaba la odontología forense”,
compartió.
Actualmente, el doctor Hernández-Cárdenas imparte la
materia de Estomatología Legal y Forense en la carrera de Odontología de
la UACJ. Aunque hay pocos odontólogos forenses, éstos podrían
trabajar como peritos privados y apoyar en los juicios orales en el
Nuevo Sistema de Justicia Penal, señaló. (FUENTE: NORTEDIGITAL MX).